Nos urge poner patas arriba ciertos dogmas y cuestionar algunas verdades fundamentales:
¿Por qué aún hoy las mujeres sobrevaloramos el amor y la relación? ¿Por qué aún hoy lo convertimos en la base de nuestra felicidad y de nuestra identidad? ¿Por qué cuando decimos amor, estamos programadas para dar mucho y resignadas para recibir lo que buenamente tengan a bien darnos?
Porque hasta hoy nos hemos creído que la única manera de ser nosotras mismas y de sentirnos realizadas, es consiguiendo que l@s otr@s nos quieran aunque sea a cualquier precio y a cambio de todo. Porque nos hemos convencido de que alcanzaremos la felicidad si cuidamos y tratamos de que la otra persona la alcance. Pero es momento de hacer balance, de algo nos tiene que servir estrenar un siglo.
Saquemos cuentas.
Y si vivimos sólo para y por el amor, ¿cuál es nuestra ganancia? ¿qué nos estamos perdiendo? ¿a qué estamos renunciando? ¿a qué nos estamos exponiendo?
La vida de las mujeres que nos antecedieron, nuestra propia experiencia y la de otras mujeres compañeras de siglo, nos ha enseñado, que si vivimos para y por el amor nos convertimos en personas muy dependientes del prójimo. Que si somos dependientes somos vulnerables, y estamos en riesgo de sufrir más desequilibrio, más ansiedad y frustración, más desamor. Que si lo apostamos todo a una carta, nos la jugamos y, además, nos quedamos sin opciones ni proyectos propios, nuestra vida se empobrece.
Por ello, las mujeres del siglo XXI, saludamos con respeto a nuestras antepasadas, pero necesitamos poner el amor y otras cosas en su sitio:
Creemos que la felicidad y el equilibrio, se construyen desde una misma y para una misma, desde la libertad personal, desde los proyectos y ambiciones propias, desde las relaciones elegidas, desde los amores correspondidos, desde la ética de la reciprocidad.
Creemos que el amor es fuente de alegría y de sentido. Pero que el amor está en mí y lo puedo dirigir para mí y para otros.
Creemos que el amor recíproco es una bendición, y por eso, no quiero conformarme con menos.
Las mujeres del siglo XXI deseamos una vida rica, armónica, con buenos resultados, y múltiples inversiones. Las mujeres del siglo XXI tratamos de desobedecer el mandato de género que nos precipita a un destino construido sólo sobre un amor exagerado, esclavizante y no correspondido. Queremos construir nuestro destino, y para ello, nos ponemos creativas, escribimos nuestro guión, caminamos entre aciertos y errores, buscando respuestas dentro y compartiendo todo esto con quien se lo merece, con quien nos reconoce, con quien nos ayuda a ser más.
Las mujeres del siglo XXI estamos poniendo el amor y otras cosas en su sitio. Y así nos va MEJOR.
Itziar Cantera. Agosto 2014