Que no me arrullen con cuentos.
Ni vamos a ser princesas ni nos conformamos con ser cenicientas.
No queremos ser A LA SOMBRA DE NADIE, ni de hermanastras, ni de príncipes, ni de amantes sádicos.
¿Y si abandonamos el camino marcado para nosotras, generación tras generación, la búsqueda de un príncipe?
¿Y si renunciamos al amor romántico y triunfador como la única y, por lo tanto, mejor salida posible para toda mujer que no se conforma?
¿Y si nos cuestionamos la mala suerte de haber nacido mujer en un mundo donde sólo el ser hombre es valorado, sólo el ser hombre te da libertad y poder y reconocimiento, sólo el ser hombre tiene recorrido, un buen presente y posibilidad de un buen futuro?
¿Y si dejamos de buscar ser salvadas y redimidas por el hombre?.
Porque ser rescatada te obliga con tu redentor, te crea una deuda eterna que te mete en el purgatorio de vivir para el otro, de encajar en sus expectativas, de ajustarte a lo que dice que eres, de pasarte la vida devolviendo agradecimiento y favor por haber sido elegida. El destino de cenicienta y de las princesas rescatadas es incierto pero lo que si es cierto es que su día a día con el príncipe puede ser un largo purgatorio.
¿Acaso es mejor encajar en los zapatos de cristal que te regala otro que vivir en tus abarcas? ¿Es mejor tener que estar toda la vida haciendo méritos y tragando para que no te devuelva a tus pies descalzos?
Todas queremos vestir nuestros pies descalzos con unos hermosos zapatos, pero en esta sociedad hay un acuerdo común, convertido en mito, en que sólo ellos pueden fabricarlos, que de las manos de las mujeres sólo surgen alpargatas. Esta es la fatalidad del destino femenino, que necesita ser salvado, redimido, revertido. Pero hagámoslo nosotras mismas, sin pedir favores.
Porque mi intuición femenina me dice que otra realidad es posible más allá del mito de la superioridad masculina y de su complemento, la eterna inferioridad femenina.
Entonces no tendríamos que soportar sombras ni de Grey ni de nadie para disfrutar del placer sexual, no tendríamos que padecer eternas rozaduras por calzarnos con material prestado, ni aguantar a la sombra de supermanes que aún ni han llegado a ser seres de verdad, ni tampoco vivir al dictado de ningún prohombre brillante y exitoso, para seguir sacándole brillo, y nosotras vivir al amparo de su brillantina.
No, así no nos va bien a las mujeres, es pan para hoy con sufrimiento garantizado y sin mañana, el hombre no puede ser el atajo que tomemos porque nos falta fe.
Podemos redimir nuestro destino.
Podemos trucar la fatalidad en oportunidad de desarrollo, de hacer carrera, de medrar, creciendo desde nuestros propios pies respetados. Cubriendo nuestro cuerpo con aquellas prendas que nos sean cómodas, que nos gusten y embellezcan. Prendas que si no tengo puedo crear para mí preguntándome qué me gusta y qué quiero, Porque no todo lo que nos ofrece el mercado es bueno ni está a la altura de nuestras exigencias.
Los hombres no se consumen aunque estén en el mercado, el hombre que quiero como amigo, compañero o amante lo elijo yo tomándome mi tiempo para preguntarme también ¿qué me gusta? ¿qué quiero?
Si salimos de cenicienta para meternos en las sombras de Grey, seguimos caminando en círculos, sin ambición propia, sin creación, sin fabricar ese nuevo lugar que quiero para mí y para mis congéneres femeninas. Los mitos y los cuentos que nos ofrece esta sociedad para las mujeres son más que nada pesadillas, Necesitamos reconfigurar nuestro imaginario, creando historias con buen principio y mejor guión, hechas desde los pies y con cabeza, historias en las que seamos protagonistas con esperanza y una buena vida, en las que no necesitemos de los hombres para poder salir al baile, inventemos historias en las, que porque nos sintamos fiables y confiables, pongamos nuestro presente y nuestro futuro en nuestras manos, en las que vivir desde el orgullo de haber nacido mujer.
Es posible.
Itziar Cantera 12-8-2013