En nuestro día a día cotidiano es fácil pensar que la violencia que se ejerce contra las mujeres, es violencia “de otros tiempos”, es violencia de “otra clase de gente”, es violencia “de otras culturas”, es violencia que sufren “otras mujeres”, no mujeres… “como yo, que tengo mucho carácter”.
Así, nos resulta más sencillo colocar las desigualdades y violencias en otras culturas y sociedades. “Los salvajes” de otros países conciertan matrimonios forzados con niñas o no dejan votar a las mujeres. En otros sitios las mujeres no pueden ni conducir y están obligadas a llevar burka, en otros países se mutila genitalmente a las niñas, ¡qué barbaridad!, o se las mata selectivamente o se las abandona tras su nacimiento, sólo por ser niñas. Nos resulta sencillo visualizar la injusticia y la violencia que está detrás de estas prácticas, la subordinación a la que las mujeres se ven sometidas, y ponernos en contra suya y de quienes las perpetúan.
También parece fácil hoy en día encontrar justificaciones cuando leemos o escuchamos una noticia sobre una violencia flagrante, como una mujer asesinada a manos de su pareja. Nuestros medios de comunicación y la gente de nuestras calles responde: “es que era inmigrante y claro, ya se sabe que ellos son unos machistas”, “debió volverse loco porque era muy amable y nos saludaba siempre en la escalera”, “eso es un problema privado, de ellos”, “las mujeres se quejan de vicio porque en realidad hacen con nosotros lo que quieren”… Personalizando hasta el extremo y buscando razones en las personas individuales protagonistas del suceso, con tal de pensar que son cosas que sólo les pasan a “otros” que no se parecen a nosotros, que nuestra sociedad no fomenta esas barbaridades. Todo con tal de no aceptar que es una realidad que puede estar al lado de nuestra pared, o en nuestra casa misma, y que tiene mucho más de social que de personal.
Es sencillo hacer una separación entre “las violencias que ejercen los otros”, “otros hombres” que nada tienen que ver conmigo “porque yo soy un hombre moderno”. Y no pararnos a pensar, como hombres modernos, en las situaciones de presión de las que podemos formar parte cada día de una forma sutil, en comentarios, en nuestro ámbito laboral, en la posición en la que nos colocamos en el mundo y en si dejamos sitio para que las mujeres se coloquen en la misma posición… o no.
Las desigualdades y las violencias que viven las mujeres en nuestra sociedad no se ven con tanta facilidad porque quizá es demasiado sencillo poner todo lo malo en “los otros” para mantener una sensación de seguridad en que “nosotros no somos así”.
Pero ¿te animarías a hacer un simple ejercicio de reflexión?
- Piensa en tu día a día, en el sitio donde vives, y reflexiona sobre si en sus vidas los hombres y mujeres en conjunto se encuentran en la misma posición o puede existir alguna diferencia, piensa si el cuidado suele recaer en las mujeres que conoces o sobre los hombres, piensa sobre quiénes concilian más su vida laboral y familiar, quiénes están más atentos a las relaciones y los demás, y quiénes tienen más tiempo para sí y su ocio, piensa sobre quiénes tienen más estabilidad en el trabajo, quiénes ganan más o quiénes se encuentran en unas situaciones más precarias. Piensa sobre quiénes de estas personas que conoces, hombres o mujeres, tienen una posición de mayor decisión, sobre quiénes ostentan en mayor medida un cargo de poder. Piensa si crees que una mujer ambiciosa es una mujer mala, o si crees que un hombre que sea generoso es tonto, porque alguna vez has valorado un mismo comportamiento de una forma diferente en función de si quien lo realizaba era un hombre o una mujer. Piensa si las mujeres suelen callar más cosas, o si cuando quieren tomar la palabra se les acusa más que a los hombres.
- Piensa si el canon de belleza que se impone a las mujeres es justo y real o es similar al de los hombres. Piensa si en tu entorno se valora de una manera diferente a las mujeres por su aspecto, su juventud, el tamaño de su cintura o la ropa que llevan, y si ocurre del mismo modo con los hombres. Piensa si la publicidad, la música, o el cine nos muestra normalmente mujeres y hombres reales o tiende a mostrarnos sólo a un tipo de mujeres muy establecido. Piensa si conoces a alguna mujer, o a ti misma te ha pasado, que haya sufrido por no parecerse a ese ideal, que se haya puesto dietas estrictas, haya sufrido tacones con los que no pueda ni andar, o se tape con capas de maquillaje su belleza real, sólo por gustarle a los demás o seguir una moda concreta, pero no esté a gusto consigo misma.
- Piensa en las relaciones íntimas que conozcas, quiénes se aíslan más para estar con sus parejas, quiénes amoldan sus planes o gustos para agradar más al otro, o quiénes hacen mayores sacrificios por sus relaciones. Piensa si las mujeres de tu entorno se ven más abocadas a aguantar, o perdonar, o callar, porque es lo que se espera de ellas. Si es en ellas en quiénes se pone más peso en la marcha de la relación, si la frase “por amor hay que aguantar cualquier cosa” puede estar más metida en la cabeza de unas o de otros.
- Piensa en cómo salen las mujeres a la calle y si son tan libres cómo los hombres para hacerlo. Piensa si crees que las mujeres y los hombres sienten el mismo miedo al andar por la calle de noche, o sólo son ellas las que tienen que buscar compañía o coger un taxi para llegar a casa. Piensa si alguna vez has visto a una mujer acosada o piropeada por la calle, si alguna vez has pensado que las mujeres que visten de una forma provocativa, se merecen que se las trate sólo como un objeto, o incluso si has culpado a una mujer por “haber provocado” a un hombre, en lugar de responsabilizar al hombre de lo que haya hecho.
Y una vez que te hayas puesto a pensar sobre esto, reconoce si hoy en día, en nuestras calles, en nuestros sitios de trabajo, en nuestros bares, en nuestras casas y entre nuestra gente reconoces alguna desigualdad o violencia.
Si reconoces que hay reales desigualdades en el entorno laboral y familiar, si reconoces que las mujeres siguen siendo consideradas por la publicidad o su entorno un objeto sexual para ser mirado por el otro, si reconoces que a las mujeres se les impone un canon de belleza que además de completamente irreal, es insano, y que se les responsabiliza y se les culpa de controlar su sexualidad y la de ellos, puede que te des cuenta de muchos elementos comunes que antes no habías enlazado como parte de lo mismo, y es que todos tienen que ver con el hecho de ser mujer, en las sociedades occidentales actuales. Y que están presentes en nuestra sociedad. (Sí, la nuestra, la tuya y mía).
Pero si además reconoces, que a día de hoy en esta sociedad se agrede y se viola, se maltrata y se ASESINA (en mayúsculas, negrita y subrayado) a mujeres muy diversas día tras día… y que, para algunos, esto se está convirtiendo en algo “normal“, quizá termines por concluir que nuestra sociedad no es tan diferente de aquellos ejemplos que mencionábamos al inicio, que no hace falta vivir en un barrio desfavorecido o pertenecer a una clase baja, o tener un nivel de cultura determinado, o una edad concreta. Que “las otras” no son tan distintas de nosotras mismas, y que “los otros” tampoco están tan lejos.