¿Mujeres víctimas o mujeres supervivientes?
Hace 5 años conocí a un grupo de mujeres que se reunían en el Módulo una vez por semana. Un grupo de terapia con el que que he crecido, experimentado y descubierto. Un grupo de mujeres de las que he aprendido miles de cosas, de las que he recibido miles de cariños.
Gure Alde nació con el propósito de juntar a una serie de mujeres con una problemática común: vivían en una relación de maltrato, pero estaban dispuestas a comenzar un camino de descubrimiento y redescubrimiento de si mismas, de conocimiento, de crecimiento. Querían encontrar una salida, o cambiar el rumbo de sus pasos hacia otro itinerario diferente.
Desde que conocí y aprendí de estas mujeres, cada vez que oigo en la prensa cómo se habla de las “mujeres víctimas”, me entra una sensación de extrañeza. Entiendo que una mujer asesinada por su pareja es una víctima de algo que no podía evitar, como entiendo que una población puede ser víctima de un tsunami. Somos víctimas de aquellos sucesos incontrolables, que nos abordan y ante los que no podemos hacer nada. Y así, muchas mujeres son víctimas de la violencia de sus parejas ante la que no pueden hacer nada, de la que no son culpables. Pero no llego a entender hasta qué punto se puede llamar víctimas a una serie de mujeres que toman las riendas de su vida, que deciden parar o alejarse del daño con el que convivían día a día, que eligen la ruta de su propia existencia en este mundo… ¿o es que a estas mujeres no se les conoce, no se les da voz, no existen, las estamos olvidando?…
Las mujeres supervivientes existen de verdad
Son aquellas que, una vez que comprenden que han sido víctimas de algo que no merecían, deciden ponerle fin a esta vivencia, o vivirla de otro modo, no se conforman con solicitar ayuda y empiezan a sobrevivir… incluso a vivir por primera vez por si mismas. Las mujeres supervivientes, lejos de quedarse ancladas en la pena y la victimización y lejos de encerrarse en su tristeza, se levantan del suelo, todas las veces que haga falta, y deciden emprender un camino, elegido por ellas mismas, que les aleje de la pasividad. Las mujeres supervivientes se encuentran con otras mujeres y aprenden, de ese encuentro a reconocerse entre ellas, a hacerse amigas.
Estas mujeres existen.
Estas mujeres llenan de ganas de seguir adelante, llenan de esperanza y llenan de ilusión. Estas mujeres son ejemplo vivido de que existe una alternativa, una posibilidad, de elegir y de crecer. Y yo quiero que su ejemplo siga vivo para todas.
Gracias, mujeres, por enseñarme a creer.
Hoy en día sigo trabajando con ilusión en buena parte gracias a lo que he crecido junto con vosotras, y algo de la psicóloga Ianire que soy para las demás es gracias a lo que empecé aprendiendo en Gure Alde.
Espero y deseo que no olvidéis los destellos que descubristeis en todo este tiempo juntas, y que surjan muchos más ahora que camináis con vuestra propia luz.
Ole! que nunca nunca se apague!
Ianire