Fabiola Moreno nos conduce, a través de los laberintos de este libro, a la reflexión honesta y justa sobre los sistemas de protección social, la praxis profesional y la ética en un mundo complejo. Una lectura imprescindible que nos acerca a la realidad cotidiana, y en no pocas ocasiones azarosa, del trabajo social en nuestros días, a través de los relatos de diferentes personas y pacientes, de sus coyunturas vitales y de respuestas institucionales diversas y plurales.
Un libro que es el resultado de la sistematización de la experiencia de una trabajadora social sanitaria, que durante más de 30 años ha ejercido la profesión en un hospital público de Bilbao, el Hospital Universitario de Basurto. Donde estuvo a cargo del Área Médica desde 1981.
En sus páginas se declinan, de diferentes maneras, las cuestiones fundamentales del trabajo social en territorios complejos. Las incertidumbres de una práctica centrada en la persona; en la escucha y en la elaboración de un pensamiento singular que no retrocede ante los obstáculos y las dificultades en un campo de experiencia muy diverso. En esta crónica, donde se interrogan tanto los efectos producidos por la desinstitucionalización psiquiátrica como las manifestaciones contemporáneas de la fragmentación del vínculo social y el desarraigo generalizado, se pone de manifiesto la necesidad urgente de repensar nuestra función en las instituciones y servicios donde desarrollamos nuestra acción.
La autora discute tanto el quehacer político como la progresiva deshumanización de las prácticas, así como las dramáticas consecuencias de la demoledora maquinaria de producción burocrática en el trabajo con personas. La elaboración de un pensamiento lúcido y perspicaz se impone como resultado de un trabajo ético a fin de localizar y situar las fracturas y las brechas; aquellos interrogantes que nos permitan avanzar, arrojar algo de luz, en los laberintos del trabajo social y las problemáticas emergentes.
Cosme Sánchez
La irracionalidad en la toma de decisiones no es un hecho aislado ni pertenece a determinadas ocasiones o determinados individuos. En este quehacer profesional que tratamos de describir aparece muchas más veces de las que nos pudiéramos imaginar.
Cargados de razones, paradójicamente, mantenemos situaciones de carencia extrema, de injusticia manifiesta, de riesgo comprobado y de desastre anunciado. El entramado de muchas organizaciones no solo no favorece la resolución de los problemas sino que contribuye a que muchos de ellos no se resuelvan de forma satisfactoria.
La frialdad con la que se analizan los documentos, la incomunicación entre profesionales y la inadvertencia de criterios debidamente expuestos contaminan la actuación y los resultados de situaciones de gran trascendencia vital. Las vidas se reducen a un mero expediente, a una suma de documentos convenientemente matasellados y matacertificados por, eso sí, funcionarios disciplinados y correctos.
Mientras esto transcurre, en otro lado suceden miles de pequeños acontecimientos: cambios de pañales, administración de medicación, atención personal permanente, preocupaciones familiares, agotamiento, impotencia, angustia por lo que no acaba de llegar… pero eso les sucede a otros, a los que no he escuchado, a los que no he tratado y a los que prefiero no tener cerca. La despersonalización en la toma de decisiones causa tanto sufrimiento…
Lo decía Gregorio Marañón: “La mejor herramienta del médico es la silla… para escuchar al paciente”. Yo lo hago extensivo a cualquier profesional que interactúe con el ser humano.
(Fabiola Moreno, 2017)
TAMBIÉN SON RAZONES. Los laberintos del trabajo social. Fabiola Moreno. COLEGIO OFICIAL DE TRABAJO SOCIAL DE BIZKAIA. Praktika Kontaketak. Bilbao, 2017