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En el valle del callejón, con montañas de ladrillos protegiendo del viento gélido del norte, los palacios de cartón se yerguen amontonándose en las laderas. Cada pliegue, cada pedazo de cinta adhesiva uniéndolos, es un salón más. Cada solapa es una torre más en el palacio, alzándose esbelta, desafiando al frío. Todo es poco para protegerse del dragón que acecha fuera.
Ibai Otxoa