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En el horizonte de nuestra época, las casas y su función adquieren formas y arquitecturas muy diversas, heterogéneas, e incluso ausentes; invisibles, invivibles o vacías.
Los cajeros automáticos, usados para dormir y protegerse del frío, se convierten así en el irónico paradigma global de la precariedad y el destino de millones de personas que, por diversos motivos, se han visto conminadas a dejar sus casas, sus relatos, sus orígenes, sus referencias o sus familias.
Fotografía de Vitor Guerra
Hoy en día existen más de un millón de cajeros automáticos repartidos por todo el mundo. Y España es uno de los principales ejemplos de cómo los cajeros automáticos se ha generalizado entre los ciudadanos, convirtiéndose en el país con mayor número de cajeros automáticos por habitante de Europa, y el segundo del mundo, solo por detrás de Japón.
La historia de los cajeros automáticos se remonta a 1967, en Londres, cuando un ingeniero británico, John Sepherd-Barron, se encontró con la puerta de su banco cerrada por llegar unos minutos tarde. La necesidad hizo que idease una “solución” para no tener que verse con esta dependencia de horarios y disponer de sus fondos en cualquier momento, e ideó una “máquina expendedora” de dinero.
La idea de cajero automático se refiere a una máquina capaz de desarrollar algunas de las funciones propias de un trabajador bancario a cargo de una caja. En este sentido, una caja hace referencia al lugar donde se guardan “valores”, sobre todo dinero. Los valores, en economía, son conceptos económicos que se relacionan con el precio de los bienes y servicios en el mercado, así como con las valoraciones que los individuos hacen respecto de esos bienes y servicios.
Cosme Sánchez
PROYECTO CASAS: UNA REFLEXIÓN SOBRE LA VIDA EN LA CALLE
Del 4 al 20 de Junio en la EXPOGELA Bilbao Historiko, barrio de San Francisco, Bilbao
