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Agazapado en la acera, acurrucado, entre la suciedad del suelo y los pasos apresurados de extraños que al momento desvían incómodos su mirada, el mendigo extiende su mano tambaleante. Sus ojos son el espejo empañado de un alma cansada; su barba sucia crece canosa sobre un rostro arrugado. No cayó sol ni luna sin su vida consumir, y no pasó nube por el cielo sin que él sintiera el dolor en sus huesos; mas, impertérrito, continua en la acera, aferrándose a la vida como un náufrago al madero que flota entre las olas.
Mirada siempre al frente, contempla el incesante pero lento goteo de monedas sobre su gorra, lluvia de esperanza y vida por la que ninguna danza puede hacer; y cada gota es néctar y ambrosía, luz y felicidad.
Cada verano el sudor perla su frente, y cada invierno el frío estremece sus huesos; la lluvia le cala y el hambre le duele como saetas clavándose en su estómago. Mas su voluntad sigue en pie, como David que desafía a Goliat. Cada golpe, cada mañana sin comer, cada insulto y cada desprecio, cada noche en vela por el ruido de la ciudad, no hizo sino endurecerle.
Una mañana de miércoles, sin embargo, algo logra penetrar su coraza, abriéndose paso a través de años de cicatrices. De pronto, su mano se detiene y no puede llevarse ese último pedazo de pan a la boca, no delante de la mirada llorosa y suplicante de un perro abandonado que gimotea lastimosamente.
Con un suspiro, el mendigo le tiende el mendrugo de pan. Pasará más hambre de la normal, pero el ladrido agradecido del perro que se aleja merecerá la pena.
Ibai Otxoa
Proyecto fotográfico CASAS: Una reflexión sobre la vida en la calle
En este proyecto fotográfico nos planteamos reflexionar sobre la noción de “casa” y la pluralidad de formas, modos y metamorfosis que adquiere el lugar y el espacio que hace de suplencia a “la casa que no hay”. Lugares y espacios de diversa índole que devienen privados.
Aparcamientos, garajes, aceras, iglesias, cajeros automáticos, soportales, contenedores, puentes, pórticos, plazas, centros comerciales, mercados, edificios en ruinas, parques y solares abandonados… ocupan, en diferentes coyunturas, el lugar de la casa.
Una elaboración y un trabajo que tienen su origen en nuestra preocupación sobre las condiciones de producción del sin hogarismo en una época marcada por la fragmentación del vínculo social y el declive de la solución democrática.
Idea original y fotografía Vitor Guerra