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“Las mujeres con VIH se enfrentan a situaciones y desafíos diferentes de los varones. Estos desafíos están relacionados con aspectos clínicos, psicológicos y sociales, varían a lo largo de las diferentes etapas de la vida y se entrelazan con aspectos demográficos y culturales; todo ello supone un desafío de gran complejidad“, afirma María José Fuster, directora gerente de Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA).
SEISIDA ha recogido datos que muestran que la calidad de vida de mujeres con VIH está más deteriorada. El 16,1 % de los nuevos diagnósticos por VIH en 2016 se dio en mujeres. CESIDA y SEISIDA exigen que la igualdad de género sea fundamental en la respuesta al VIH.
Los avances en el tratamiento antirretroviral han conducido a un incremento de la esperanza de vida de las personas con VIH. Sin embargo, son numerosos los estudios que muestran que los retos que la infección por VIH plantea tienen un considerable impacto en la calidad de vida de las personas con VIH. Es por ello, que la mejora de la calidad de vida ha sido propuesta como un objetivo adicional (“el cuarto 90) a la estrategia ’90-90-90′ adoptada por la Organización Mundial de la Salud.
Resultados obtenidos por diferentes estudios que está realizando SEISIDA muestran que las mujeres presentan peores puntuaciones que los hombres en muchas facetas de la calidad de vida. A nivel físico, tienen más dolor, falta de energía y fatiga, y duermen peor; psicológicamente, presentan una peor aceptación de su imagen corporal, están más insatisfechas con la vida y tienen más sentimientos negativos. Tienen también menor independencia y su entorno es menos saludable puesto que, entre otros problemas, encuentran más dificultades en el ámbito laboral, menos recursos económicos y menos posibilidades de participar de actividades de ocio.
En el mundo de las relaciones sociales, están menos satisfechas con su vida sexual y se sienten menos integradas socialmente. Presentan también mayores preocupaciones existenciales dado que están más preocupadas por el futuro y por la enfermedad o la muerte.
SEISIDA ha evaluado todas estas variables utilizando un cuestionario específico de calidad de vida relacionada con la salud para personas con VIH de la Organización Mundial de la Salud (WHOQOL-HIV-BREF). En estas investigaciones en conjunto han participado alrededor de 1.800 personas con VIH en España y los datos se presentarán en la Reunión ‘Cero transmisiones del VIH en España. ¿Para cuándo?’, que SEISIDA celebrará en Madrid el 10 de mayo.
Además, todos estos importantes aspectos de la calidad de vida relacionada con la salud pueden empeorar con la edad. “Muchas mujeres con VIH se están haciendo mayores y otras están siendo diagnosticadas tardíamente en edades avanzadas. Esto implica un importante desafío para todos los actores que en el campo del VIH intervienen“, afirma María José Galindo, presidenta de SEISIDA. Sin embargo, la prevalencia existente de mujeres con VIH no presenta un reto epidemiológico, puesto que tan solo el 16,1 % de los casos diagnosticados en 2016, dos puntos más que en 2015, se dieron en mujeres.
Alexandra Pérez, responsable de Secretaría de CESIDA denuncia que “Las políticas públicas deben ir más allá de los porcentajes de infecciones por el VIH que corresponden a hombres o a mujeres, siendo fundamental asegurar la presencia de estas en la estrategia global para hacer frente al VIH. El sistema patriarcal que ha relegado a un segundo plano los derechos de las mujeres, también lo hace con las mujeres con el VIH“.
Las mujeres con VIH son en muchos casos las grandes olvidadas en las políticas de respuesta al VIH y el sida. La especificidad de las mujeres no se tiene cuenta en políticas destinadas a mejorar la calidad de vida de las personas con VIH.
ONU Mujeres recoge que “Nuestra estrategia más importante es empoderar a las mujeres y garantizar sus derechos para que puedan protegerse contra la infección, superar el estigma y obtener un mayor acceso al tratamiento, la atención y la ayuda. Desde ambas organizaciones reclaman la creación de un grupo específico de mujeres expertas que garanticen que las mujeres con VIH sean incluidas de forma transversal en las políticas públicas en respuesta al VIH“.
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