Cuando tenía trece años me hice el primer tatuaje. En la mano izquierda dibujé los cinco puntos y el rombo. El rombo porque yo soy un As de la baraja de póker. Los cinco puntos porque yo soy un delincuente y estoy rodeado de 4 maderos; policía nacional, ertzaintza, guardia civil, eta secretas. Me lo hice yo mismo en la alhóndiga vieja de Errekalde, en un lugar conocido como el paso de la muerte.
Tenía 14 años cuando me tatué el puñal con calavera en el antebrazo izquierdo y un mote encima del puñal, en el que ponía “chute”. Chute viene de “franchute”, pero la afición se convirtió en realidad. Me lo hice estando muy colocado de caballo. Un puñal es mortífero y la calavera es la muerte.
A los 18 años me hice una rata en el brazo derecho. La rata muestra una mano haciendo los cuernos y la otra con el gesto de “vete a tomar por culo”, una sonrisa con un diente y botas con suela de punta. Lo hice en mi coche, en Artzanda. Me lo hizo un amigo que se llamaba Teo (difunto). Porque somos ratas callejeras y anti-policiales. Con el tiempo lo convertí en un tatuaje tribal.
A los 23 años me hice un dragón en la paletilla derecha de la espalda. Color oscuro y rojo. Estilo japonés. Me lo hizo Ángel en un estudio que tenía en las 7 calles. Este tatuaje se quedó marcado en las sábanas de seda que tenía mi chavala en su cama. El dragón me lo hice por el fuego.
Después me tatué un corazón humano, sacado de un libro de anatomía, en el lado izquierdo del pecho. El corazón lleva una espiga con dos plumas, es uno de los muchos corazones que tengo. Tengo siete corazones, el mío, el tatuado, el de mi difunto padre, el de mi madre, el de mi sobrino, el de Okupa, el de “Y tu”, y el de piltrafa. Un corazón late por si mismo cuando se contrae el músculo.
Cuando llevamos las cenizas de mi padre a los lagos de Covadonga, yo, en vez de llorar, me corté el nombre de “Chute” y solté una lágrima de sangre. Mi madre se dio cuenta y me preguntó “¿Qué estás haciendo hijo?” Y yo le contesté “soltar una lágrima de sangre por mi padre”.
Más tarde me hice un Totem indio en espiral, sobre el brazo izquierdo, tapando un antiguo tatuaje de una daga con un nombre en el que ponía “Chute”. Me lo hizo Agustín, un chico argentino que trabajaba para Ángel. En el tótem se me respetó la rosa de los vientos (antiguo tatuaje a palillo y aguja) que quedó dentro de la boca de una figura. Yo creo que me he reencarnado de unos antepasados indios, se trata de una referencia sagrada.
En mi estancia en Mallorca me hice el tatuaje del brazo derecho, que abarca desde la muñeca, hasta el hombro, pasando por el pecho derecho. Es mi alma saliendo del infierno, y tiene una espiral en el pecho que representa mi vida como un laberinto del que he de encontrar la salida. Entré en la vida, pero no sé cuándo ni cómo saldré.
El siguiente tatuaje fue el de la espalda. Son seis animales, una india en el fondo con una herida en el brazo derecho, en un lago con nenúfares y en el horizonte unas montañas con árboles. Por mis antecedentes indios y por “hacer el indio”.
Después me hice el pie derecho. Una rata atravesando mi pie de lado a lado, con gusanos y piel desgarrada. Y poco después me hice el pie izquierdo, que es una piel de lagarto sobresaliendo de mi piel desgarrada. Porque en el fondo tengo algo de alienígena.
Me tatué la imagen de mi padre y de mi madre. En el costado izquierdo de las costillas, debajo del corazón. Para tener un recuerdo eterno de mis padres, para recordarlos siempre. Como en la película de Memento, para recordar quienes eran mis padres. Por si algún día se me va la memoria.
Después fue la cara de mi sobrino en la pierna izquierda, a la altura de los gemelos.
En la costilla derecha me hice una mujer de cuclillas con una rosa clavada en la espalda, que significa contra el maltrato a las mujeres.
Y por último, en el 2017, en la parte izquierda del cuello me tatué un zarpazo con la sentencia en latín “Si vis pacem para bellum”, que significa, si quieres la paz prepárate para la guerra. Y yo os pregunto… ¿queréis la paz? Entonces, prepararos para la guerra.
Hoy por hoy duermo en un albergue, llamado Elejabarri, viviendo en una celda de castigo tapado con una manta de pelos, estilo taleguero.
A buenas, te doy mi corazón
A malas, te arranco el corazón.
Jack