Pesadillas en camas de cartón. SEGUNDA PARTE, por Yafar.

 

En aquel instante muchos interrogatorios golpeaban mi mente, a lo largo de mi vida llegué a comprender que el verdadero problema de la humanidad es que la propia sociedad humana niega sus problemas. También llegue a comprender que detrás de cada persona, independientemente de su estatus social, hay una historia y una lucha continua hacia un objetivo incierto; se vives un determinado tiempo en la calle con la comunidad de los sin techo te darás cuenta de que para las otras comunidades urbanas todo se mide por la calidad de vida y el nivel de vida. Y probablemente entenderás la magnitud de la tragedia  y la miseria humana.

El materialismo urbanista o callejero, te suprime, te anula y te reduce hasta el punto en el que te conviertes en un ser humano invisible, entonces, ya puedes dirigir los ojos mas allá de los perjuicios y defectos humanos. La falta de oportunidades y la excesiva marginación te  traslada a otra dimensión imaginaria y oscura, y sentirás como las largas noches te harán compañía  entre calles mojadas, alumbradas por tristes farolas.

CALLE CORTES, BILBAO.

 

Amaneció en Bilbao. Me desperté por la mañana temprano. Todos los chicos estaban sumergidos en un sueño profundo, tirados cada uno encima de un cartón, una especie de silencio espiritual afectaba aquel ambiente. Mientras recogía mi saco de dormir, un chaval se despertó espontáneamente.

–      ¿A dónde vas tan temprano?- Me pregunto con voz cansada.

–      A buscar la vida amigo- Le respondí mientras colgaba la mochila sobre mis hombros.

–      Que tengas suerte- Me dijo mientras se volvía a tapar la cara con su chaqueta.

Enseguida volvió a colonizar el silencio en el interior del almacén. Cerré los ojos un rato antes de partir, consciente de que yo ya había pasado por esa etapa estúpida de la vida. Volví a abrir los ojos para ver que solamente quedaban en pie las botellas vacías de la droga muda, de la que apenas se habla o casi no se habla nada. Se trata de la droga más barata del mercado urbano, extrañamente la presencia de esa droga que es mas dañina que la heroína, la cocaína y el cannabis juntos, es también una droga internacional y sin falta de publicidad. Y no es un hecho presente  especialmente en el almacén abandonado, se puede detectar en los suburbios de casi todas las capitales ya sean del primer mundo o del quinto mundo, de ese esquizofrénico planeta tierra.

Finalmente decidí salir del almacén y seguir mi camino en busca de cobre, hierro y aluminio. Consciente de que la concepción materialista de la historia parte de la tesis de que la producción y, tras ella, el cambio de sus productos es la base de todo orden social. Comencé a trabajar hasta que llego el medio día. Pare un momento en la plaza de Indautxu a comer algo y conversar con mi amigo Carlos. Carlos era  un sin techo que pasaba todo el día bebiendo vino en la plaza sin hacer daño a nadie. Empezamos a conversar por cómo y donde había dormido cada uno. Él me conto una historia que le paso en un cajero, y yo lo del almacén abandonado.

Terminada la conversación breve, proseguí mi camino hacia la chatarrería que hay en calle Cortes. Al llegar a mi destino descubrí que la chatarrería estaba cerrada, era sábado, y yo no lo sabía, así que baje a la calle de San Francisco. Tras un ir y venir por esa calle di media vuelta y volví a la plaza de Indautxu. Acababa de caer el sol y un majestuoso árbol navideño descansaba en medio de la plaza. Me dirigí al banco donde se sentaba mi amigo Carlos, le conté lo que me sucedió y se quedo sorprendido al enterarse.

Carlos era un hombre  nativo muy humilde y lleno de humanidad, a parte transmitía alegría a pesar de la dura vida que llevaba, siempre con una sonrisa y un optimismo extraordinarios, tenía unos cincuenta años y mucha vida vivida, y siempre se tomaba la vida con mucha filosofía.

– Cada vez mas tarde- Bostezó después de tomarse una copa de vino.

– No te entiendo Carlos- dije  con cara de no entender lo que quería decir con eso.

– Estas muy desorganizado Yafar.

– No se tío, es que estoy un poco perdido estos días.

– ¿Perdido? si te has ido y has venido, no puedes estar perdido – Me dijo mientras soltaba una carcajada.

– Bueno, perdido en el sentido psicológico, quería decir.

– Tu no estás perdido, estas confundido.

– ¿Como? pregunté con aire de no saber realmente lo que quería decir con eso.

– No te tomes las cosas tan a pecho, no pienses que vas a estar definitivamente incorporado a la comunidad de los sin techo. Tenemos vida y aire y con eso nos conformamos Yafar.

– Pero tío, Carlos, si no tenemos ni donde caernos muertos.

– Aquí mismo Yafar – Sentenció  después de una larga carcajada.

Quedamos un rato riendo y bebiendo vino, hasta que ya era tarde y tuve que marchar de la plaza. Llevaba conmigo mucha chatarra y no tenía ningún punto fijo al que dirigirme. Descartada la idea de volver al almacén, seguí caminando mientras pensaba en donde iba a pasar la noche.

Continuará…

Yafar

Diciembre 2014

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