Apuntes para una charla que dí en la antigua panadería sobre diversos temas invitado por la comisión y que en vista del éxito de la misma y de la gente que me ha pedido estos apuntes he decidido publicar aquí.
ALOJAMIENTO
Cuando me vi en la calle por primera vez no sabía a dónde acudir. Nadie te explica en el colegio los recursos que existen, ni había oído hablar de ellos apenas. Si sabía que una tal trabajadora social tal vez podría ayudarme y allí fui. Le explique que me echaban del piso y esas cosas y ella me recomendó que volviera a casa de mis padres. Cuando logré hacerla entender que ni yo quería volver a casa de ningún familiar y que ninguno de estos tampoco me iban a acoger me mando al SMUS de Bilbao y de allí al alberge de Elejabarri, dónde me explicaron que tenía tres días para solucionar mis problemas y que después me tenía que ir. La primera noche en la calle la pasé solo y la recordaré toda mi vida lo mal que me sentí. En esta situación y al de un par de días pasando frio en la calle me acerque a la gente que me pareció que mejor me podían ayudar. Al final, después de llamar a la puerta de varios recursos sin éxito, los únicos que me enseñaron que hacer en esa situación fueron otras gentes de la calle. Una vez que aprendí donde conseguir un saco, a poner un cartón debajo y a donde hay que ir cuando llueve o hace frio ya no he querido ir a ningún otro sitio.
Aunque a veces he usado el albergue de Elejabarri como puente para salir de algunas situaciones en general no me gusta. Por lo normal solo te dan tres días o poco más que no entiendo muy bien para que sirven y cuando te dejan quedarte más tiempo siempre es después de hablar con un asistente que quiere que hagas esto y lo otro, como dejar las drogas, ser un buen samaritano y buscarte un trabajo que ellos consideren decente.
El invernal no me gusta. Además de ser un sitio que me recuerda a la chabola donde dormían las cabras de mi abuelo, siempre oyes ronquidos y por lo general es un sitio un poco lúgubre, donde duermo poco. Aunque he ido un par de años prefiero no ir, aunque en su favor he de decir que al salir me colocaron en el albergue de Elejabarri (eso sí, con la promeso de que iría a Proyecto) y también que como concepto está muy bien pero que le falta espacio (y unas duchas por ejemplo…) y tiempo y recursos para trabajar con las personas adecuadamente como en mi opinión muy bien saben hacer las chicas y chicos de Bizitegui.
Los únicos otros albergues que conozco son Hontza y otro que hay en Deusto pero en general tienen los mismos problemas: aunque como concepto son buenos tienen la misma falta de espacio y de tranquilidad con el problema añadido de los horarios que te pillan cuando mejor te estas buscando la vida y más ganas de ponerte tienes. Yo prefiero la calle, con mis normas, mis horarios y pudiendo llegar como me dé la gana, sin gente roncándome al oído y por lo general si sabes dónde ir en sitios tranquilos y sin malos rollos
SITUACIÓN SANITARIA
Para ir al médico necesitas una tarjeta, esperar, ver como la gente te mira mal, y tú con tu mochila que por lo normal hace unos días que no te duchas, no sabes donde esconderte. Y allí sigues esperando, de mono hasta que decides que ya esta bien y te piras. Yo solo he pasado por esa experiencia una vez y desde entonces para que yo vaya a un servicio sanitario tengo que estar (literalmente) muriéndome y puede que vaya a urgencias, que allí también te miran mal pero al fin y al cabo tienen que atenderte rápido porque me estoy muriendo. Eso sí, en cuanto puedo me fugo, que estoy de mono y allí tampoco me dan nada para remediarlo.
RELACIONES SOCIALES
Cuando me vi en la calle ya mis relaciones familiares y con el resto de la humanidad estaban muy deterioradas. Supongo que por eso me vi en la calle. Una vez allí desaparecieron por completo. La única gente con la que me relacionaba eran los que se drogaban conmigo. De ellos la mayoría son conocidos, gente que se droga como yo y que como yo por lo general siempre estamos pensando en como liárnosla. Por lo demás los pocos amigos que he tenido son gente que vienen y van. Un día están aquí y al otro en Madrid, en un centro de reinserción o cosas peores que nos ocurren. En la calle también aprendí a estar alejado de mi familia por conflictos pasados pero también por vergüenza de que me viesen en mi situación y un poco por orgullo. A cuidarme solo, fiarme de muy poco gente y en general a ser cada vez más y más solitario.
CONTACTO CON LOS RECURSOS
Yo en la mayoría de los recursos me siento igual: poco escuchado y con poco poder de decidir que hacer. Tú vas a buscar algo con una idea de lo que necesitas y ellos te venden su moto, con sus normas y por lo general ofreciéndote lo que ellos creen que es lo mejor para ti, aunque se parezca poco a lo que tu demandas y que por otra parte seguramente es lo único que tienen para ofrecerte.
En los recursos que me he sentido atendido son: Rais, Comisión antisida, la sala de consumo, Kikundi y Hontza. No voy a explicar cada uno individualmente porque todos tienen algo en común que se explica muy fácil:
1. Tú vas allí a hacer lo que quieres hacer y si quieres te quedas y estas el rato. Nadie (excepto la entrevista de rigor de la que nunca te libras y las que deben repartir en la tienda de chinos porque siempre son las mismas) te pregunta si vas o vienes, a dónde, que haces, ni en general te rompen la cabeza con que si tienes que hacer esto o lo otro
2. Ya cuando voy cogiendo confianza soy yo el que me acerco a ellos y poco a poco les voy demandando cosas que creo que puedo necesitar y ellos te escuchan, te dan ideas y te informan sobre lo que tú has demandado y no sobre lo que ellos creen que deberías hacer y al final es uno mismo quien decide si va o no, o como lo quieres hacer. Y si no lo haces puedes ir al día siguiente sin miedo a una bronca, como mucho un “ya te vale” seguido de una sonrisa (supongo que de resignación, en plan otro día será). Yo que ya he lidiado con muchos recursos, con el tiempo he aprendido a hacerme entender en estos sitios, a coger lo que me ofrecen si se parece a lo que demando o llegamos a un acuerdo que satisfaga a las dos partes. Pero lo común es que acabes cogiendo lo que te ofrecen/imponen y encima cuando no te sale bien sentirlo como un fracaso propio, de una idea que al fin y a al cabo no es tuya o no sentías que era tu momento para hacer eso. Al final he acabado desconfiando de los recursos y de la gente que en ellos me atendían y me ha costado un mundo volver a acercarme a profesionales y fiarme de ellos antes de pedirles ayuda.
Para ir a un recurso solo pido que respeten si no quiero hacer nada y que me den el tiempo que necesito para fiarme de quien me va a ayudar, aunque me pase tres años yendo a tomar café y viendo por dónde van los tiros. Cuando sienta que necesito algo más que un café, un sofá donde sentarme una chuta que reciclar (que solo son excusas para sentirme a gusto con quien voy a tener que trabajar temas muy serios para mí), que me escuchen y que me ofrezcan soluciones que tengan en cuenta lo que yo demando y no lo que ellos creen que necesito. Que me dejen decidir al final si lo hago o no sin tener que limpiar una planta entera o hacer una lista de arrepentimientos si incurro en una supuesta falta por no hacer o hacer mal algo. Y un poco de cariño y respeto, de trato de igual a igual tampoco está mal. Ya sé que el tema del cariño y del paternalismo va a crear mucha controversia, pero es lo que más echamos en falta la gente que hemos vivido solitariamente muchos años. Y se puede ser cariñoso y firme a la vez aunque muchos no lo entiendan. Una sonrisa y un abrazo curan muchas veces mucho más que cualquier plan de actuación que cualquier profesional pueda diseñar. Aunque la palabra amor esté muy denostada y se asocie al catolicismo, yo que no creo en dios la revindico y pienso que ofrecer un trato de respeto a un usuario de un recurso no significa que debamos ser fríos. Pero bueno este es un debate que no viene aquí al caso…
Por último entiendo que no me atiendan en el momento, pero los tramites interminables, las listas de espera insufribles, o tener que dormir a la puerta de Lanbide (por ejemplo) para con suerte recibir un numero, creo que son estrategias de tortura diseñadas para quitase de en medio a cuanta más gente mejor.
Jose Luis, el flautista