Desde que Lanbide se hiciera cargo del servicio de prestación de la RGI y el complemento de vivienda vengo sufriendo un calvario administrativo al cual no le veo salida.
Vale que me metí yo solito en el por no ir a sellar a su debido tiempo, pero después vinieron los padrones, las facturas, los contratos y demás requisitos que han hecho que lleve ya un año sin cobrar, un castigo que me parece desproporcionado. Un año de papeleos por Lanbide sin que nadie me ayude y con la sensación de que a veces no saben que es lo que se traen entre manos y unas veces uno te dice Diego, otro digo y las más otros no saben que decirte. Para mí la de dejar en las manos de una administración tan burocrática los problemas de personas que estamos en la calle es un error gravísimo que no hace otra cosa que cronificar mi situación y la de muchos de nosotros. En mi caso me veo en la calle de nuevo con problemas de salud y de drogas. No voy a decir que todo se deriva de la perdida de las ayudas eludiendo mi responsabilidad, pero sí que influye mucho el no tener una vivienda estable o una vida más o menos “normalizada”.
Dicen que todo esto se hace para evitar fraudes pero yo no me siento un defraudador, en todo caso un poco vago por sellar dos días tarde y sin embargo me encuentro en esta situación de abandono institucional sin que Lanbide ni los trabajos sociales hagan otra cosa que decirme que ellos no pueden hacer nada y que así son las normas. Pues bien, deberían ser más flexibles y adecuarse a la situación de cada uno. Que gasten todo ese dinero y esfuerzo que desperdician en asegurarse de que nadie les engaña en preocuparse de que ni una sola persona que de verdad lo necesita esté en la calle y que hagan normas flexibles por las que puedan entrar las personas que de verdad lo necesitamos. Yo creo que incluso merecería más la pena que por ayudar a una persona excluida que se nos escapasen dos o tres defraudadores que no al revés, que para castigar a uno de ellos se ponga en riesgo el proceso de alguien verdaderamente necesitado.
Para ello pido:
1º. Una atención más personalizada y humanitaria. Un profesional de referencia que me de seguridad de que de verdad alguien se ocupa y se preocupa por mí. Que me facilite el papeleo, me explique cómo hacerlo y que atienda al resto de mis necesidades.
2º. Como ya he dicho, flexibilizar las normas en función de las necesidades de la situación real de la persona que demanda.
3º. Está muy bien eso de vincular la RGI a la inserción laboral, pero mucha gente antes de dar ese paso necesitamos también procesos de recuperación sanitaria (sobre todo mental) y de inserción social para acordarnos de cómo se formaba parte de esta sociedad de la que ahora nos sentimos tan alejados y recuperando la capacidad de crear vínculos con personas que no sean dela calle. Un trabajo no asegura el mantenimiento de una vivienda, si no que tengo que pulir otros aspectos que me devuelven a la calle, por lo que el programa de inserción debería ser integral, empezando por la situación socio sanitaria y acabando en una inserción laboral y plena en la sociedad.
4º. Una vivienda no es un hogar y tener un trabajo no es estar integrado en la sociedad. Pensarque 645 euros y unos cursillos de Lanbide van a hacer que salgamos de la rueda del sinhogarismo me parece tan simplista y absurdo… Esto solo se logra con planes de intervención integral y personalizada a cada persona. Por eso creo que ni ellos mismos se creen lo que hacen y que en realidad estos planes solo están para cumplir el expediente y fardar de progresistas. Pero como se les ha venido encima una crisis ahora crea normas cada vez más duras para quitarse cuantos más muertos de encima pueden. No se dan cuenta de que la única manera de quitárselos de encima para siempre es haciendo que de verdad nos sintamos parte de la sociedad de nuevo viendo que esta atiende realmente nuestras demandas.
JOSE LUIS EL FLAUTISTA