Acompañamiento a usuarios de drogas y otras personas en riesgo de exclusión social

Mural Calle Bailen, San Francisco, Bilbao.

En una sociedad tan llena de cambios como es la nuestra, se exige un conocimiento del entorno no sólo próximo, sino también de otros entornos que la sociedad globalizada muchas veces exige que conozcamos. Esto puede ser vislumbrado desde el punto de vista de las personas que se encuentran en una situación cómoda a nivel económico, cultural y social como un mundo lleno de oportunidades. Sin embargo, al hablar de personas y, desde mi punto de vista y como educador social, personas somos todos, no todos gozamos de las mismas oportunidades.  Me estoy refiriendo en esta ocasión a las personas  usuarias de la Comisión Anti-SIDA de Bizkaia por haber tenido la oportunidad de realizar mis prácticas universitarias en dicha entidad.

 

No es tarea mía explicar los programas y el gran trabajo que desde esta organización se realiza, pero sí lo es, hablar de mi experiencia en prácticas con los usuarios de la misma.

En esta ocasión quiero centrar mi atención en el entorno de estas personas, que no es otro que el de todos los que vivimos en Bilbao o en sus cercanías. Haciendo una auto reflexión me doy cuenta de que, me es difícil moverme  por Bilbao,  ya que no soy bilbaíno y he regresado a Bizkaia hace tan sólo tres años.  Es por esto por lo que muchas veces me pregunto lo grande que debe de ser el esfuerzo de muchos de los usuarios de la Comisión, cuando tienen que desplazarse a sus centros ambulatorios, a los albergues, a los comedores sociales y a otras organizaciones que apoyan a todas estas personas.

No hay que olvidarse de que las toxicomanías, no están exentas de otros problemas, ni a priori, ni a posteriori. A priori porque,  las drogodependencias, son consecuencia de problemas microsociales y macrosociales, que interactúan entre sí.

Y a posteriori, porque de dicha drogodependencia se pueden derivar enfermedades tales como el SIDA, hepatitis, u otros tipos de infecciones, contra las que por otro lado lucha la Comisión Anti Sida de Bizkaia. Eso, sin contar los riesgos de exclusión social a los que está expuesto un toxicómano o las denominadas personas “sin techo” debido a su nefasta situación económica.

Si para mí, resulta difícil, moverme por Bilbao por desconocimiento de la misma ciudad, ¿cómo no ponerme en la situación de una persona que aun conociendo perfectamente este entorno, no puede disponer de dinero o de tarjetas de autobús u otros medios de transporte para desplazarse por la misma? ¿Es o no es un gran esfuerzo el que realizan cada día?

Por otra parte, ¿acaso no hay personas que se encuentran en esta situación y que provienen de otras partes del estado español o de diversos países del mundo con problemas con el idioma y por tanto con un mayor riesgo de exclusión social que otros toxicómanos?

Mi intención con este artículo no es otra que la de dar la importancia que tiene el acompañamiento a todas las personas en riesgo de exclusión social, y especialmente a las que no conocen el entorno bilbaíno.  ¿No es bastante difícil ya su vida como para no tener el apoyo de alguien que pueda guiarles, acompañarles dentro de un entorno que muchos de ellos desconocen y otros necesitan de la ayuda necesaria para llegar a esos destinos vitales para ellos?

Hago un llamamiento a la reflexión sobre esta cuestión y me remito a la frase utilizada al comienzo del texto, “personas somos todos”.

Álvaro Morcillo Garrido, educador social.

alvaromgarrido@hotmail.es


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