Lo reconozco, soy una analfabeta tecnológica. O al menos lo era hasta hace unos meses. Antes apenas sabía programar el vídeo; llegaron los DVDs y los discos externos y acabaron con mi supremacía sobre la televisión. Con los ordenadores me pasaba lo mismo, usaba el Word, el Excel, algún Power point… el Google era mi arma secreta para cualquier búsqueda de información. Pero no era tan patosa en todo, creo que a día de hoy todavía no hay nadie que me gane al buscaminas.
Poco a poco fui descubriendo todo este mundo de las Tics; al principio, cuando la gente me hablaba de “la nube” yo miraba al cielo pensando que se avecinaría tormenta. No conocía ninguna de las herramientas que ahora hacen mi trabajo más sencillo y rápido.
Hasta este momento yo pensaba que todo esto eran cosas de esa “gente rara” que usa el ordenador para todo; sin embargo, estaba equivocada. Estas herramientas nos pueden ayudar a todos. Ya no paso horas haciendo llamadas de teléfono para concertar una reunión, ahora uso el Doodle. Se acabaron para mí las reuniones interminables para crear informes y memorias, ahora lo subo a Drive y vamos modificando y comentando in situ. Ya no necesito llevar mil USB en el bolso, ahora guardo toda mi información en Dropbox y tengo acceso a ello desde cualquier parte. No trato de convencer a nadie de que las Tics son la panacea. Todavía me siguen gustando las tutorías con los chicos del piso de acogida cara a cara (no me las imagino por videoconferencia en streaming), se me sigue poniendo la piel de gallina con un buen debate sobre la practica educativa con mis compañeros y sigo disfrutando con las dinámicas que hacemos en el piso.
Desde mi punto de vista, ambas cosas son complementarias. Podemos servirnos de una para complementar la otra. Para mí, no hay duda, soy una educadora 3.0
Itziar Sauto.
Educadora social 3.0 de Bidesari.