Desde hace tiempo en Bidesari venimos haciendo pequeñas sesiones de formación en torno a temas específicos de nuestro ámbito de trabajo: el del acompañamiento socioeducativo a personas privadas de libertad.
Concebimos estos espacios como espacios de aprendizaje colaborativo, es decir, no se trata tanto de hacer grandes exposiciones teóricas sino a partir de una pequeña introducción de algunos conceptos dinamizada por una persona de Bidesari, llegar al intercambio de ideas, puntos de vista, experiencias e intuiciones que todos/as vamos teniendo en nuestra práctica diaria cuando estamos acompañando a las personas.
Además tenemos la costumbre de que cuando pensamos en hacer una formación para trabajadores de Bidesari, abrirla a las personas voluntarias y viceversa. La experiencia siempre resulta satisfactoria para todas las partes, y hace que nos hayamos ido entendiendo como un equipo grande y plural que trabaja en una misma dirección y con un objetivo común que es la de acompañar a las personas que están o ya han salido de la cárcel de la mejor forma posible.
Esta semana hemos tenido una de esas sesiones donde participamos trabajadores y voluntariado y ha girado en torno a La relación de ayuda (Carl Rogers – Robert R. Carkhuff). Hemos tratado de responder a una pregunta que cada cierto tiempo el que más y el que menos se suele hacer: ¿yo quien soy para esta persona que está haciendo su proceso de incorporación social? Nos pasa que tenemos muy claro quienes no somos…no somos sus amigos, no pertenecen a nuestra cuadrilla, no somos sus familiares, no tenemos la relación que pueden tener con el panadero donde van a diario por la barra de pan…Otra pregunta que sigue a esa primera es: ¿y cómo puedo ayudarles de la mejor manera? ¿Cuáles son las actitudes que tengo que cuidar en la relación con las personas a la que pretendo acompañar?
Primero hemos tratado de definir algunas de las cosas que queremos conseguir con nuestro acompañamiento: Guiar / Acompañar , Encuentro personal , Activar la responsabilidad, Lograr cambios, Motivar , Sugerir alternativas, Estar disponibles; Respetar el ritmo del otro, Poner límites.
Para en un segundo momento preguntarnos cómo podíamos hacer, lograr todo esto, y aquí nos han ido apareciendo algunas actitudes a cuidar que nos ayudaban: Empatía, Respeto al individuo, Confianza y comprensión, Participación personal activa, Reforzar Sinceridad y coherencia, Ser expresivo / saber decir, Disponibilidad, Actitudes cálidas y equitativas, Tener en cuenta la personalidad del otro, Establecer hábitos, Confirmar al otro, aceptar la total potencialidad del otro. Finalmente hemos detectado otra clase de actitudes que no nos ayudaban al objetivo: Ser posesivo, Falta de interés, distanciamiento, simpatía exagerada, Tratar al otro como un objeto, No contacto con la realidad presente, Mensajes contradictorios, Identificarse con el otro (no distanciamiento emocional) Interferir o sustituir la libertad del otro, Juicios externos y juicios de valor,…
Han sido una tarde y una mañana provechosas. Doy las gracias a Itziar Sauto que ha dinamizado las sesiones y a todas las personas voluntarias y trabajadoras que han puesto encima de la mesa un montón de aprendizajes, ideas, reflexiones que nos llevamos. Gracias a: Emilia, Javi, Miguel H, Iratxe, Miguel Y, Henar, Laura, Nekane, Pili, Tamara, Javi C, Arantza, Markele, Roberto, Lorena, Asier, Oscar, Txaro, Andoni, Susana, Ramón, Jesús, Marta, Miguel R, Marian, Iñaki, Arminda,
Roberto Vidal. Educador social y coordinador de voluntariado.