Una pequeña historia.

 

Quiero comentar una historia que me ha pasado. Es pequeña y para algunos será insignificante y dirán que no pinta nada este post en el blog, pero a mí me gusta y quiero compartirla.

Hoy estaba en el Modulo de Respeto y J.C. un chico del Modulo estaba sentado leyendo el periódico y rodeado de algunos de sus compañeros. Me han preguntado por mis vacaciones y como lo había pasado y segundos después J.C. me dice – oye! no me vas a felicitar.

Podría sonar algo violento, pero es que era su cumpleaños y sentía la necesidad de compartirlo conmigo. Yo soy una persona que ve todos los días y a la que cuenta y comparte momentos de su experiencia en prisión y todo lo que le está tocando vivir.

Obviamente le he abrazado, le he estirado de las orejas y le he cantado el “Zorionak Zuri”….y el “Cumpleaños Feliz” y le he dicho – y que cumplas muchos más…pero lejos de aquí.

J.C. cumplía hoy 40 años y me pedía que le estirara despacio las orejas, porque ya son bastantes años.

Después de un rato me llamó para que paseáramos por el patio, porque me quería contar otra cosa. Durante un paseo repetitivo (puesto que al de 40 metros hay que regresar hacia atrás o te golpeas la cabeza con el frontón) me decía que además le habían felicitado sus hijos y su mujer en uno de los programas matinales de radio.

Ayer le dijeron que estuviera atento a la radio por la mañana, pero J.C. me decía que había estado toda la noche sin dormir y escuchando la radio por si acaso saldrá antes, hasta que por fin a las 8.30 de la mañana escuchaba la felicitación de sus hijos y su mujer.

Me comentaba que decían sus hijos en la radio que su papa estaba en el trabajo y que uno de ellos, el más pequeño, le increpaba para que volviera pronto.
El me decía, que tenía miedo a que a alguno de ellos se les escapara y dijera que él está en la cárcel. Mientas me lo contaba nos reíamos con cierta complicidad.

Al salir de la prisión, me he dado cuenta que todos tenemos la necesidad de sentirnos queridos y valorados, y aunque el día de nuestro cumple puede ser un día más, tiene algo de especial. Y todavía más si uno está en la prisión y no tiene espacios, donde poder compartir dichas emociones.

A veces me preguntan que hago en la prisión, y la verdad que hacemos un montón de cosas, aunque las personas que no conocen bien tienden a resaltar el deporte. Debe de ser fruto de la sociedad en la que vivimos, donde el futbol tiene una presencia mediática enorme.
Pero no son conscientes de todas las historias personales que se tejen en la prisión, así que ahora cuando me pregunten añadiré a mi lista: cantar canciones de cumpleaños feliz. No importa entonarla bien, solo es necesario estar cerca de la persona que celebra ese día contigo.
Miguel Yuste, Educador Social en la Asociación Bidesari. Interviniendo en el Centro Penitenciario de Basauri.

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