Hace dos semanas que celebramos la Semana de la Merced, y además de presentar aquellos actos festivos que hemos desarrollado, también nos gustaría tener un espacio en este post para que aquellas personas que la realidad de la prisión les es muy lejana y está basada en tópicos de películas americanas, consigamos al menos que se puedan tambalear un poco.
Como es bien sabido en breves se abrirá la macrocárcel Zaballa, situada a escasos metros de la antigua prisión Nanclares de la Oca.
La pregunta que nos hacemos en estos días es: ¿Es necesario una institución de este calibre?
Bueno más allá de las opiniones personales de cada uno, nos gustaría reflexionar y mostrar ciertos datos significativos que según nuestro punto de vista no la hacen tan necesaria. Vayamos al grano.
El estado español tiene una tasa de delitos mucho menos que la media Europa (la del Reino Unido duplica a la nuestra) y presenta una delincuencia en línea descendente desde hace 20 años. Sin embargo, el 90% de los ciudadanos cree que el país es cada vez más peligroso y hay un mayor porcentaje de personas presas que en ningún otro estado europeo: la cifra se ha multiplicado por cuatro en 30 años.
La sociedad parece creer que la cárcel está llena de personas peligrosísimas, pero no es cierto. La inmensa mayoría está presa por delitos de drogas o contra el patrimonio. La prisión debe usarse cuando es realmente imprescindible. No vale para todo.
La cárcel es durísima. La sociedad no es consciente de que lo que supone estar preso; es una desviación vital. La imagen que se muestra a veces, piscina, gimnasio… ¿nos muestran el dolor, la soledad de las personas presas, el sufrimiento permanente?
El estado español tiene que pensar en alternativas eficaces a la prisión, con expertos y de forma sosegada. No caben más presos en nuestras cárceles (por eso se construyen más).
¿Revancha o reinserción? ¿Cómo queremos que se imparta la justicia? ¿Es necesaria una reflexión colectiva, seria y serena sobre el papel de las prisiones, los motivos de su overbooking y el tipo de condenas?
Desde luego, en un país con una expansión incontrolada del sistema penal, con pocos pero graves delitos de gran repercusión mediática basada en el morbo que crean alarma social y presión política sobre los legisladores, y con manifestaciones públicas pidiendo a gritos el endurecimiento de penas, cadenas perpetuas y hasta la horca, nos hace dejar en evidencia que se necesita humanizar nuestras leyes, y q se debe de apostar por los esfuerzos en los procesos de cambio de las personas. Cuando se habla de procesos de cambio, se habla de un trabajo donde es vital la presencia de profesionales en el ámbito de la psicología, la educación social y otras disciplinas que promueven un nuevo aprendizaje..
Descubrimos que pedimos más seguridad que cambio y proceso… y nos decantamos por penas íntegras.
Lo chocante es que a más dureza penal no se produce más seguridad ciudadana. Quizás la ecuación sale mejor de otro modo: a mayor inversión en tratamiento, en educación, en procesos resocializadores alternativos a la pena de prisión mayor es la seguridad, porque logramos sujetos más integrados personal y socialemente, sujetos conscientes de que hicieron mal, sujetos más capacitados para vivir en la sociedad desde el respeto a las normas, etc. Necesitamos creer, apostar, impulsar y promover procesos de inserción, y para ello necesitamos de toda la sociedad. No puede ser que unos apoyen y otros rechacen.
Tenemos que buscar alternativas eficaces…y tod@s somos necesarios en esas búsquedas.
BLANCA ESTHER IRIARTE, Responsable del Secretariado de Pastoral Penitenciaria de la Diocesis de Bilbao
MIGUEL YUSTE, Educador Social y Responsable de la intervención en animación sociocultural de Bidesari (en el C.P. Basauri)
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