Todos los días, desde hace veinte años, ATECE-BIZKAIA, abre sus puertas con la misma interrogante y parecidas preocupaciones, fruto de una débil financiación.
Desde esta atalaya contemplo las idas y venidas de mis compañeros y amigos, de su afán de superación y quizá de un gesto de desánimo que se borrará cuando se inicien las tareas del día. A C le duele la muela pero hay que remitir un proyecto con máxima urgencia. Ha llamado la esposa de A comunicando que está resfriado y faltará a la sesión de Logopedia. Dentro de unos momentos se comentarán las noticias de la prensa aunque a Fer le gusta leerlas por Internet.¿ Se reabrirá el debate de todas las semanas?.
Mientras, en el aula de los veteranos J sigue las instrucciones de la monitora. J tiene problemas serios con la memoria desde que sufrió aquel desvanecimiento. A se siente cansada, pero está realizando un trabajo de grupo y se esfuerza por mantener el ritmo. Cuando termine le trasladarán al gimnasio, ya que necesita cierta rehabilitación y que sus hijos no le recriminen su pereza.
La Asociación seguirá en plena ebullición hasta la hora del descanso. Es el momento de compartir comentarios, de tomar un cafecito, pero siempre guardando la línea y sin olvidar la medicación. Hoy hemos tenido avería en un baño, unas bombillas se han fundido, tenemos que comprar folios. Es la rutina de todos los días.
Es momento de atender una visita y de interesarse de lo que ocurre afuera. Dejaré esta atalaya de simple espectador, para implicarme más en nuestro Colectivo, tratando de dar respuesta a sus necesidades.
Quizá sea el momento de solicitar la ayuda de ese desconocido, de una ayuda solidaria para unos desconocidos.
Juanjo