La vida diaria sigue siendo un gran reto para la infancia del país de las Antillas. Sin embargo, la ayuda de personas comprometidas, instituciones, empresas aliadas, voluntarios, cooperantes, el gobierno haitiano… ha permitido valiosos logros en el ámbito de la educación, protección, agua y saneamiento, salud o nutrición. La devastación que causó en el país el terremoto provocó uno de los operativos humanitarios más importantes de las últimas décadas. La respuesta a la emergencia de Haití, así como la participación de la población haitiana, han dejado cifras para la esperanza.
11 nuevos centros para prevención de transmisión del VIH/SIDA de madre a hijo/a. La desnutrición severa en niños y niñas menores de 5 años reducida a la mitad. Cerca de 500.000 madres y sus bebés han recibido consejos sobre nutrición y lactancia materna. Más de 500.000 mujeres en situación de riesgo recibieron tratamientos con vitaminas para prevenir la anemia. Cerca de 196.000 personas en los campamentos tienen ahora acceso a por lo menos 10 litros de agua potable al día. Más de 120.000 niños y niñas se han beneficiado de actividades y apoyo psicosocial. Son algunas de las cifras de los logros cosechados desde el fatídico mes de enero de 2010, cuando un terremoto sacudió la vida de millones de niñas y niños, así como la de sus familias.
Aun así, ni aquellos niños y niñas ni sus familias deben caer en el olvido. El miedo a una generación perdida (“Lost Generation”), como ocurre en crisis continuadas como la de Siria o Sudán del Sur, tienen que dar paso al trabajo, al esfuerzo y al compromiso por reponerse ante la sacudida que aquel 12 de enero comenzó a 15 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe, pero que afectó a toda la sociedad haitiana que, todavía hoy, sigue necesitando nuestra ayuda.
