¿POR QUÉ ESTAMOS DORMIDOS ANTE LA TRAGEDIA DE PAKISTÁN?

Declaración de la Directora Ejecutiva de UNICEF España, Paloma Escudero.

En la primera década del siglo XXI hemos asistido a un hecho incontestable: los desastres naturales son cada vez más frecuentes, de mayor envergadura y afectan a muchas más personas. En los últimos diez años, se ha triplicado el número de afectados por desastres, una media de 211 millones de personas cada año, y la previsión es que sean 375 millones en 2015.

El año pasado, UNICEF respondió a más de 200 crisis en noventa países. Todas ellas con un signo común: más de la mitad de las víctimas son siempre niños, vulnerables ante la falta de agua potable, de alimentación inmediata. Son los primeros en sufrir el brote de epidemias y enfermedades y en quedar expuestos a abusos y explotación ante la desaparición de su casa o su familia más cercana.


© UNICEF/NYHQ2010-1569/Zaidi

Haití nos conmocionó hace siete meses: un país destrozado en pocos segundos por un terremoto que dejó más de 220.000 muertos, tres millones de personas en la calle y millón y medio de niños privados de sus derechos más básicos. Los españoles nos movilizamos como nunca en nuestra historia reciente y nuestra solidaridad está garantizando la atención diaria a millones de personas desplazadas y la reconstrucción de las zonas más afectadas por la tragedia. Decenas de organizaciones españolas estamos trabajando sin descanso desde enero en Haití gracias al apoyo continuo de miles de personas que garantizan los fondos para proporcionar agua, saneamiento, vacunas, comida, escuelas, centros de protección a menores solos, nuevos alojamientos y alternativas económicas a millones de personas que tienen que reconstruir su país y sus vidas.


En plenas vacaciones de agosto, volvemos a ser testigos de otra tragedia colosal en el otro extremo del planeta: Pakistán. En palabras de Ban Ki Moon, Secretario General de Naciones Unidas: “He visto muchos desastres naturales en todo el mundo, pero nunca nada como esto”. Nos estamos enfrentando a más de doscientos millones de personas que han perdido su casa y sus cosechas, a quince millones de personas en situación desesperada y a millones de niños en riesgo de desnutrición y enfermedad ante la falta de alimentos y de agua potable. No podemos decir que no hemos visto o leído que la mitad del país está afectado -70 de los 135 distritos-, que el río Indus está desbocado, que no para de llover, que hace frío y la gente está durmiendo al raso. Se estima que se han perdido una quinta parte de las cosechas y que los riesgos de epidemias crecen ante los desplazamientos masivos de población sin acceso a comida o agua potable.


Todo esto lo hemos visto y oído en las dos últimas semanas pero, por primera vez, parece que estamos paralizados y nos hemos vuelto totalmente insensibles ante la enormidad de la catástrofe. Si los números, las imágenes y los datos no son capaces de movilizarnos, tal vez sí que pueda el saber que la ayuda empieza a llegar a pesar de las dificultades.


© UNICEF/NYHQ2010-1563/Zaidi

Pero para que esa ayuda cubra las necesidades de los millones de afectados, necesitamos enviar fondos a Pakistán de forma urgente e inmediata. Y esos fondos no llegan. UNICEF ya está proporcionando agua potable cada día a un millón trescientas mil personas pero aún quedan cinco millones sin agua ni alimentos a los que tenemos que ayudar. Estas lluvias han afectado a los más pobres entre los pobres y necesitamos aumentar la distribución de agua para evitar que se propaguen enfermedades como la diarrea, el cólera o la disentería. Sólo ha llegado un veinte por ciento de la ayuda necesaria y los gobiernos están siendo muy lentos en sus ayudas. Parece que sólo la movilización de los ciudadanos de a pie va a conseguir que los gobiernos e instituciones donantes salgan de su letargo y apoyen a los pakistaníes que están pagando en estos momentos la inoperancia y la desconfianza generada por ese puzzle geopolítico en el que les toca sobrevivir cada día.

Las agencias humanitarias estamos en los distritos afectados desde el primer día. UNICEF estaba allí antes de las lluvias, ha estado desde el comienzo del monzón y seguirá trabajando en la zona muchos años después. Pero sin la ayuda urgente de los donantes no podremos salvar vidas ni garantizar los derechos más básicos de millones de niños al agua, a la comida, a no poderse enfermos o a un refugio seco y seguro. Muchas gracias por reaccionar y ayudar.

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