Conflicto y escasez de agua: una mala combinación para la infancia en Mindanao.

22 de Marzo, Día Mundial del Agua

Por Clara Gómez, cooperante vasca en UNICEF Filipinas

Todavía hoy, después de un año y medio viviendo en Filipinas, el aspecto que más me impacta de la pobreza es la falta de adecuadas condiciones higiénicas. La escasez de agua potable y de servicios de saneamiento como desagües y letrinas, unido a una falta de conciencia sobre la importancia de vivir en un ambiente limpio, provoca que miles de familias vivan rodeadas de basura.

Hoy, pasear por Manila, supone cruzar un canal tras otro atestado de basura, polución e insectos cubriendo el agua. La primera reacción de cualquier persona es taparse la nariz para evitar que el hedor que ríos y canales desprenden no consiga entrar en los pulmones. La segunda reacción es de rabia y tristeza al ver, que esos mismos canales, están rodeados de casas y que miles de familias viven en ese ambiente.

Resulta paradójico pensar que Filipinas es un país rico en recursos acuíferos; sin embargo, el Gobierno no invierte lo suficiente en la construcción de sistemas de saneamiento y potabilización del agua. De hecho, solo el 7% de la población del país está conectada a sistemas de alcantarillado y a sistemas de saneamiento.

Si en las zonas densamente pobladas la situación es precaria, hay un área del país donde el agua potable y los sistemas de saneamiento son especialmente escasos: Mindanao o las zonas de conflicto armado.

En febrero de 2003, el Gobierno de Filipinas comenzó una de las más devastadoras campañas militares contra el Frente Moro de Liberación Islámica o MILF por sus siglas en inglés, en la ciudad de Pikit. La Guerra de Pikit, dejo a más de 400.000 personas sin hogar y más de 300 muertos. El 40% de la población afectada eran niños.

Forzados a escapar de las zonas de combate y abandonar sus hogares destruidos, ahora se encuentran en campos de desplazados donde hay una escasez extrema de agua segura. En la última evaluación realizada por UNICEF en los campos de desplazados por el conflicto en Mindanao, se comprobó que sólo existen 61 puntos de distribución de agua y 165 letrinas a disposición de 8.390 familias. Las medidas mínimas de higiene, como lavarse las manos y los dientes no son aplicadas, principalmente porque hay escasez de agua y porque no existe la conciencia, entre los desplazados, de la importancia de mantener la higiene y los sistemas de saneamiento para prevenir enfermedades.

En especial, los niños de menos de cinco años son muy vulnerables a enfermedades asociadas a la escasez de agua. De las 226 muertes registradas en Mindanao de agosto de 2008 a julio de 2009, 80 eran niños menores de cinco años. Las primeras causas de muerte son la diarrea, enfermedades respiratorias como la neumonía y enfermedades de la piel como la sarna, derivadas de la escasez de agua para el baño.

El saneamiento: una cuestión de género

Otro aspecto esencial es la seguridad de mujeres y niños en relación con el uso de las instalaciones de saneamiento. En muchos centros, estas están situadas en lugares sin una apropiada iluminación y cerca de puestos militares. Esta situación aumenta el riesgo de violaciones y ataques a mujeres y niños.

Con el fin de mejorar la situación de los niños y niñas en los campos de desplazados por el conflicto, UNICEF implementa el programa WASH, que tiene como objetivo instalar sistemas de agua a pequeña escala y letrinas. Además de esto, se llevan a cabo campañas informativas para dar a conocer la importancia de beber agua potable y adoptar normas mínimas de higiene, como lavarse las manos con agua y jabón.

También, las condiciones higiénicas y sanitarias están estrechamente ligadas a la capacidad de aprender de los niños en las escuelas. En Filipinas, alrededor de la mitad de los estudiantes tienen caries dentales por no lavarse los dientes y alrededor del 7% tienen diarrea. Este hecho reduce enormemente el rendimiento académico de los estudiantes. Un elemento importante en el proyecto consiste en evitar que las escuelas se conviertan en campos de desplazados por largos periodos de tiempo, puesto que impide que los niños y niñas puedan asistir a clases formales en las escuelas.

UNICEF Filipinas responde a estos dos problemas asegurando que los niños y niñas de los campos de desplazados cuentan con alternativas a la educación formal y con acceso a sistemas de agua y saneamiento. En concreto, UNICEF trabaja con socios locales y otras agencias de Naciones Unidas para proveer métodos de purificación del agua y contenedores con agua limpia.

Para que el proyecto sea asimilado por las comunidades locales, los desplazados son consultados y diferentes tareas son asignadas a los miembros de la comunidad. Estas acciones son coordinadas y planeadas junto con las unidades de gobierno local, comunidades locales y líderes religiosos.

El conflicto en Mindanao ha impedido por mucho tiempo que la infancia en la zona pueda disfrutar de todos sus derechos y soñar con un futuro mejor.

Recientemente, se ha negociado un proceso de paz entre los pobladores cristianos y los llamados “moros”, para que estos últimos tengan derechos sobre sus territorios ancestrales. Sin embargo, la corte suprema de Filipinas ha declarado este pacto anticonstitucional, lo que ha provocado nuevos ataques de MILF que han desplazado a más de 300.000 personas desde 2008. Una vez más, miles de niños y niñas se ven afectados por el conflicto. Hasta que no se logre la paz, la infancia en Mindanao verá negado uno de sus derechos básicos: el derecho al agua y a un ambiente saludable.

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elcorreo.com

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