La fiesta de fin de Ramadán

Pues resulta que ayer fue el Aid al-Fitr, la fiesta de fin de Ramadán. Aunque astronómicamente está definido el minuto exacto en que la luna cambia de fase, en cada país islámico un Comité de Sabios decide cuándo empieza y acaba el Ramadán. Me imagino que algunos ya sabéis todo esto, pero yo lo estoy descubriendo ahora. La duda era entre la noche del lunes y la noche del martes. Y aquí anteayer a la noche los Sabios saharauis vieron un milímetro de la luna, y se acabó el ayuno. Por lo que ayer, en vez de quedarme en Protocolo muerto del asco con el resto de cooperantes porque ningún saharaui vino a recogernos para ir a trabajar, fui caminando hasta el Ministerio de Cooperación (a 4 km), acompañado por 27 moscas, ya que había quedado con Bujari (un logista al que le tocaba estar de guardia) para que me diese algunas facturas y comprobantes (el típico trabajo de cooperante), y para que me tradujese la frasecita “Formación en Cooperación” al árabe, con el fin de rediseñar estoicamente el logo que el día anterior me costó hacer más de 5 horas y que a mis compañeros de Bilbao no gustó. Lo publico aquí arriba. Es para ponerlo en los Toyota y en la papelería del proyecto (juego con el significado de “formación”: un abecé bilingüe, una hoja de cuaderno que se abre de izda a dcha, los colores de la bandera saharaui, etc.).

Medio loco por las moscas (que en el último kilómetro empezaron a molestar de verdad) llegué al Ministerio, pero estaba todo cerrado, no había nadie, y en vez de volver en el coche de Bujari, como tenía previsto, tuve que volver otra vez caminando los 4 km, pero ya eran las 12:00h, y el sol ya pegaba, y no tenía agua, y las 27 moscas ahora eran 327, y a través de algún diminuto órgano sensitivo olieron que mis fuerzas flaqueaban, y empezaron a tirarse en picado, en plan kamikaze, para introducírseme por los oídos, la nariz y los labios, y yo no tenía fuerzas para espantarlas, ni para correr, y pude llegar justo justo a Protocolo antes de desfallecer en la inmensidad del desierto, tras la caminata de 8 km.

Una vez repuesto con mi ración diaria de lentejas, volví al Ministerio, otros 4 km, otra vez caminando a través de la inmensidad del desierto pero con la cabeza envuelta en el turbante, telefoneando y asegurándome de que Bujari estaba, y tras decirme que “Formación en Cooperación” se dice “al-Tkuinn fi al-Taaun” (con ese golpe de glotis tan impronunciable), descubrí horrorizado que el programa FireWorks que había instalado en mi portátil para editar imágenes NO soportaba los caracteres árabes. Volví al ciber de Juventud (cerca de Protocolo, 4 km más y ya van 16), con el turbante anti-moscas, atravesando la inmensidad desértica, etc., buceé en la red a velocidad de tortuga en busca del plug-in adecuado para instalar la grafía árabe, lo encontré en un foro donde obligaban a registrarse, creé un usuario ficticio, me registré, lo bajé, lo limpié de virus, lo copié al pen-drive, lo intenté instalar en el portátil pero algo me lo impedía, desinstalé FireWorks, instalé el plug-in, intenté reinstalar FireWorks pero al ser un programa pirata no tenía la clave.

Volví a Protocolo buscando a Maxime (cooperante francés de Cerai) para que me devolviese los DVDs que le había prestado hace unos meses donde tengo otro programa que genera claves para programas piratas, lo encontré (a Maxime), pero la llave de su habitación la tenía Arezki, un compañero argelino que estaba con los de Oxfam. Fui a Oxfam, lo encontré (al compañero), cogí la llave, fui a la habitación de Maxime, recuperé el DVD, devolví la llave a Oxfam, fui a mi habitación, instalé el programa, generé la clave, la copié, instalé FireWorks en árabe, rehice el logo, hice varias versiones, volví a Juventud para enviarlas a Bilbao, pero no había conexión. Llamé a Bujari, vino a buscarme en coche y me llevó a Cooperación, al despacho de Salek Baba (el Ministro), donde hay un ordenador con conexión a internet. El despacho estaba cerrado y la llave la tenía un tal Waidana, se fue a buscarlo, lo encontró, vino, abrió la puerta, encendió el ordenador, pero tampoco había conexión.

Derrotado, volví al ciber de Juventud, anochecía, la conexión había vuelto, pero se entrecortaba. Tras múltiples intentos envié los logos entre lágrimas de alegría, volví a Protocolo, ya era muy tarde, no había cena, decidí ducharme porque las caminatas me habían hecho sudar un montón, fui al baño, me desnudé, dejé la ropa sucia en el asqueroso suelo al lado de 3 cucarachas muertas y unos restos orgánicos indefinidos, abrí el grifo, no había agua, me vestí con la ropa sucia, me fui a la habitación, me acabé la botella de licor de hierbas que compré en el aeropuerto, creo que reí y lloré a la vez, me pareció ver un escorpión escapando por una grieta del suelo, también recuerdo que hablé con la pared o con las moscas, no lo sé, me acosté y me dormí.

Y así pasé la fiesta del Aid al-Fitr.

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