La parte más humana de este trabajo se podría resumir en esta frase: “compartir un tramo del camino”, del camino de cada uno de los profesionales que trabajamos en Futubide y del de las personas que tutelamos. A veces ese tramo es largo, otras es más breve, pero nos acompañamos hasta el final. Y los finales no siempre son amables, en cualquier caso la pérdida que traen consigo siempre deja huella. Y se abre el tiempo de los recuerdos.
Hemos compartido con Kike 9 años largos, cuando le conocimos ya vestía canas. Había vivido con su familia en el centro de Bilbao, conocido de toda la vida del barrio. Pasamos nuestra fase de ajuste, de conocernos poco a poco, de cambios profundos en su vida que había que ir asumiendo. Pero fue calando en todos nosotros, Kike era un hombre entrañable, alegre y lleno de vida. Hubo sustos con su delicada salud, que finalmente parecía de hierro. Nos dejó momentos inolvidables, aquella tarde cumpliendo su ilusión de navegar en velero por la ría de Bilbao, las comidas en las que gozaba como un niño con la carne con patatas fritas, y el magnífico humor con el que cada año venía disfrazado en Carnavales. Siempre tenía planes, preguntaba por nuestra familia, nos regalaba una palabra bonita… todo un caballero.
Kike decía que estaba muy guapo y era feliz. Y no le faltaba razón en nada. Cuando llegó el final de su vida, inesperado para todos, también le acompañamos, le dimos calor y nos despedimos con profunda tristeza, pero satisfechos de ver que su camino terminaba también tranquilo y en paz. Ha sido todo un placer; gracias por todo lo que has aportado a nuestras vidas.
