He aprendido que el respeto mutuo es la herramienta más poderosa

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“Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.” P. Freire.

Hace tres años tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: la de hacer realidad un sueño, una asignatura pendiente, a costa de empezar de cero y dejar toda la “presunta estabilidad” que tenía a mi alrededor.

Estudiar Trabajo Social está siendo, sin duda, una experiencia que ha superado mis expectativas y el principal motivo ha sido el tener la oportunidad de conocer a las personas que participan en el Programa de Adicciones de CARITAS, tanto personas usuarias como profesionales a través de las prácticas en Hontza y el voluntariado en una vivienda tutelada de Alta Intensidad para personas con adicciones (piso de convivencia para realizar la Fase de acogida, con presencia y acompañamiento 24 horas).

Aunque he tenido anteriormente cierto contacto con la realidad en sectores más desfavorecidos, las expectativas se centraban en vivir una experiencia continuada y lo más integral posible, que me sirviera, de manera personal, para conocer otra realidad, y de manera práctica, para tomar contacto con la intervención con las personas necesitadas.
Y ahora, después de casi año y medio de experiencia con una realidad que desconocía me pregunto: ¿Quién soy yo para juzgar las necesidades de los demás?

Me he dado cuenta de cuantas son las fortalezas de las personas a las que muchas veces la sociedad compadece, demoniza y juzga por los hechos que las describen. Lo más importante somos las personas y no nuestras conductas pero los prejuicios, a día de hoy, siguen pesando y creo que la única manera de juzgar la realidad es conociéndola. He aprendido que el respeto mutuo es la herramienta más poderosa y que la dignidad humana está por encima de todo.

Me han enseñado que los problemas de toda una vida no se resuelven en un momento pero que la capacidad de cambiar las cosas reside en la voluntad real de cambio, a pesar de las muchas amenazas que producen tanto dolor, frustración y miedo y que intento ayudar a combatir.
Pasado este tiempo en el que he necesitado evaluar situaciones y meditar decisiones en muchos de los momentos compartidos con estas personas, puedo decir que se han abierto muchas puertas, horizontes, y que he comprendido y entendido muchas cosas que hasta ahora flotaban en mi cabeza de manera menos coherente.

No es el tema hacer de la utopía una realidad, aunque muchos pensemos que la utopía es lo que mueve el mundo. Se trata de encontrar el equilibrio entre las ganas de hacer un mundo mejor, y los límites para hacerlo. Aunque en realidad, los límites, los ponemos nosotros/as mismos/as.

Compartir y acompañar ha sido una oportunidad única para crecer como persona a través de los demás. Y eso, a día de hoy para mí, no tiene precio. Es por todo esto, y por muchas cosas más difíciles de expresar por las que manifiesto mi profundo agradecimiento a todas y cada una de las personas con las que he tenido y tengo el placer de compartir, en primera persona, y que han contribuido a sacar una versión mejorada de mí. Espero haber aportado el feed back que todo lo expresado merece y a ser posible seguir dándolo y con creces. Y espero también seguir aprendiendo y aprehendiendo.

“Aquél que tiene un porqué para vivir, se puede enfrentar a todos los cómos” F. Nietzsche

Voluntaria de una vivienda tutelada para personas con adicciones de Caritas Bizkaia

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