UN LUGAR PARA EL FRACASO, por Ibai Otxoa

Obra de Bansky

Obra de Bansky

“Si te lo propones, puedes conseguir lo que quieras”. Es una frase estándar, un prototipo de una idea que, palabra arriba, palabra abajo –se puede cambiar el “si te lo propones” por “si te esfuerzas”, o el “lo que quieras” por “tus sueños”-, se repite muy frecuentemente a través de distintos canales.

Naturalmente, es mentira. Hay objetivos que están fuera de nuestro alcance y, por mucho que nos lo propongamos, nos esforcemos, creamos en nosotros mismos o cualquier variante de esta idea, seguirán estando fuera de nuestro alcance.

El concepto en el que quiero profundizar es en el de “locus de control”, tal y como se denomina en psicología. Consiste en la noción que tenemos sobre nuestra capacidad para controlar nuestro entorno.

Se entiende, además, que lo ideal es mantener un locus de control en un punto lo más cercano posible a nuestra capacidad real para este control. Un locus de control demasiado bajo (externo) puede ser un problema: infravalorar nuestra capacidad para controlar nuestro entorno y nuestras vidas puede llevarnos a desistir de intentar hacer cosas productivas al dar por hecho que no las vamos a lograr. Por otro lado, un locus de control demasiado alto (interno) puede llevarnos a invertir tiempo, esfuerzo y recursos en metas que no vamos a lograr, y desperdiciarlos en buena medida.

Sin embargo, determinados discursos no parecen considerar este último límite. A menudo son discursos de corte liberal; otras veces, sólo extremadamente positivistas, o new age, o de coaching… existe, al fin y al cabo, cierta cantidad de variantes, cada una con distintos objetivos y características que pueden llegar a ser curiosas.

El discurso liberal, desde un aspecto sociológico, es básicamente el sistema defendiéndose a sí mismo: asegurando a la gente que la movilidad social existe, que cualquier sueño puede cumplirse para que no luchen por cambiar las circunstancias sociales o el entorno. La corriente pseudomística puede incorporar diversos elementos sobrenaturales o característicos del movimiento new age, como una aplicación incorrecta de la física cuántica a una escala macroscópica, por ejemplo. Corrientes como el coaching sólo parecen interesadas en decir lo que el cliente quiere oír y mezclarlo con unas pocas técnicas útiles con el fin de ganar dinero. Todo esto por citar alguna de las características de cada variante de este discurso.

Por los motivos mencionados, este locus de control demasiado alto tiene problemas, pero hay más, tras la hipotética frustración: la culpabilidad. Si esta clase de discursos hace pensar a una persona que puede lograr cosas que en realidad no puede, tal vez no sólo desperdicie tiempo y recursos innecesariamente, sino que, cuando vea que no ha logrado ese objetivo imposible, se culpe a sí misma. Al fin y al cabo, como cree que podría haberlo logrado, si ha fracasado en el intento debe de ser que no lo ha hecho lo suficientemente bien. De esta forma, estos discursos generan una culpabilidad irreal.

Hace unas semanas, saqué una foto en Indautxu de algo que me llamó la atención. No conozco el contexto y probablemente sea más inocente de lo que puede llegar a parecer, pero me pareció de todas formas llamativo: un precario asiento y un cuenco para pedir monedas, el refugio de alguna persona sin hogar, coronada por un cojín con una frase de Mr. Wonderful: “Si puedes soñarlo puedes hacerlo”.

suenos

Tengo que insistir en que no conozco el contexto y de lo que hablo es sólo de una relación visual que he establecido yo: es posible que para la persona que duerme ahí el cojín sólo sirva como una almohada sin más trasfondo. Pero yo saqué la foto porque me chocó como metáfora visual un contraste tan fuerte entre la realidad material de personas viviendo en la miseria y el discurso irrealista de locus de control absoluto.

Y es que este tipo de discurso, de forma muy retorcida, niega también el derecho al fracaso. Puesto que todo te tiene que salir bien, puesto que “fracaso es sólo otra forma de decir aprendizaje” y demás frases manidas, la situación de fracasar y no aprender se convierte en un limbo, algo que ni siquiera puede pasar. Condenan a la persona en tal situación, por tanto, a la indefensión, a estar atrapada en un imposible en lugar de en un fracaso.

Debe haber también un lugar para el fracaso. Debe haber consciencia o, al menos, una aproximación a las cosas que se pueden cambiar y las que no; porque la alternativa es un discurso mágico que, lejos de arreglar nada, sólo empeora la situación.

Ibai Otxoa

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