Cuando se comentó entre personas que casi no me conocen que he trabajado como educador de calle, mucha gente se ha quedado descolocada, no habían escuchado nunca esa afirmación.
Grafiti de nuestro barrio, San Francisco, Bilbao.
Te preguntan… ¿Cómo es posible educar en la calle? Otros se ríen y dicen socarronamente, “te sacas una tiza y te pones en una pizarra a dar lecciones en un banco ¿no? “.
Pero luego tras poder conversar un poco más a fondo con estas personas, creo que salen convencidas de las acciones que realizamos los que trabajamos en el sector de la intervención social y más concretamente en el marco de las tareas de calle.
Educar en la calle para mí es realizar labores de desarrollo comunitario, de trabajo con las personas en el medio que a todos nos iguala. No es ni una casa lujosa con todo tipo de recursos, ni una vivienda llena de trastos y desorden que nos impide poder reunir a un grupo de personas en ella.
La calle es el lugar donde generalmente (aunque desgraciadamente ahora menos) más nos socializamos sobre todo los niños y jóvenes.
En la calle podemos trabajar y acompañar principalmente a colectivos como los que he comentado, es posible acercarse a grupos de jóvenes y comenzar a entablar una relación que fácilmente supere cualquier relación de profesor/alumno en procesos educativos.
Si que es verdad que hay que ser constante, trabajar la aceptación del grupo con quien contactas y además puede hacer desesperar a más de uno, y en ocasiones es posible que el grupo no llegue a aceptarte, pero si esto se consigue, los progresos pueden llegar a ser impresionantes.
La educación de calle centrada en una educación desde el ocio y tiempo libre para trabajar aspectos de ocio sano y educativo puede ser muy recomendable.
Profundizar en el mundo de la educación de calle, puede servirnos para después con ese grupo abordarles a entrar en los locales donde generalmente trabajamos. Pero eso será si queréis otra historia.
Israel Aguado, EducadorTASOC
Animación sociocultural e integración social profesional
