Cómo hacer intervención social desde Hetaira.

En la lucha contra el estigma los y las profesionales de la intervención social tenemos un papel fundamental. El estigma nunca se podrá vencer desde una postura paternalista y victimista. Si a través de nuestro trabajo el mensaje que transmitimos es que la actividad a la que se dedican es degradante, transmitimos inevitablemente a la persona esa degradación y por lo tanto reforzamos el estigma. Nunca se empodera a nadie desde el victimismo, sino desde el respeto a la autonomía y a la capacidad de decisión de las mujeres. Es fundamental que la intervención y las medidas de protección de sectores vulnerables de mujeres no ignoren esta capacidad de decisión.

Como profesionales podemos encontrarnos con personas que trabajan en prostitución, y no necesariamente desde recursos específicos para este colectivo concretamente, sino desde cualquier otro ámbito, como puede ser servicios sociales generales, servicios para inmigrantes, etc. Desde Hetaira, por nuestra experiencia, sabemos que la mayoría de las mujeres ocultan su profesión (a profesionales de la salud y de la intervención social), porque temen tanto que las discriminen como que las victimicen, (ya que para ellas el efecto de ambas cosas es el mismo: poner en duda su autonomía, menoscabar su autoestima y juzgar la manera que han escogido para ganarse la vida). Esto las aboca a una doble vida con las consecuencias negativas que ello conlleva.

Quienes realizamos intervención social no podemos transmitir prejuicios hacia las prostitutas, ni considerarles víctimas sin que ellas lo expresen; ni ofrecerles ser “reinsertadas” si esta opción no les interesa. La victimización, (aunque en  algunas ocasiones está cargada de buenas intenciones), provoca el efecto contrario, refuerza el estigma. Esto nos aleja de la persona con la que intervenimos, entorpeciendo gravemente el poder trabajar de manera adecuada y responder a las verdaderas necesidades y demandas de las usuarias.

En muchas ocasiones las propias mujeres interiorizan el estigma, e incorporan en sus vidas esa vergüenza y culpabilidad que socialmente se espera de ellas. Pero una cosa es que debido a esa interiorización del estigma se sientan indignas, y otra muy distinta que
desde la intervención social reforcemos el estigma.

Debemos reflexionar sobre porque existe la tendencia a pasar por alto la capacidad de decidir de las mujeres y poner en duda su autonomía. Para muchas mujeres el ejercicio de la prostitución es precisamente la forma de conquistar su autonomía, y llevan bastante mal que se las victimice. Con esta forma de pensar y actuar, desde la victimización, se invisibilizan sus habilidades y estrategias de supervivencia.

Por ello podemos confundir las verdaderas demandas, ya que el filtro de nuestros prejuicios puede provocar que diagnostiquemos la causalidad de las problemáticas en el ejercicio de la prostitución y por lo tanto fijemos  el objetivo en el abandono de la misma, cuando sin embargo las demandas de muchas prostitutas nada tienen  que ver con la actividad que realizan, ni la problemática que manifiestan proviene de la misma. Esto provoca inevitablemente que nuestro diagnóstico e intervención no vayan por buen camino y las verdaderas necesidades de la personas queden invisibilizadas por nuestros propios sesgos.

Es fundamental que los y las profesionales trabajemos con las personas que ejercen la prostitución desde una mirada desprejuiciada, priorizando sus vivencias y su opinión. Por ello antes de intervenir con esta población es necesario no simplificar el fenómeno y tener en cuenta la diversidad de situaciones y formas de vivir la prostitución que existen o pueden existir.

Nuestra experiencia con las mujeres nos ha mostrado que la mejor manera de acercarse a las trabajadoras del sexo, es no juzgar la manera en que cada quién se gana la vida, respetar el que hayan decidido dedicarse a esta profesión y unirnos para conseguir que ejerzan con tranquilidad, en mejores condiciones, con los mismos derechos y deberes que el resto de la ciudadanía y, por supuesto, que no sean ni juzgadas ni discriminadas.

Elisa Arenas es Trabajadora Social y forma parte de Hetaira.

http://www.colectivohetaira.org/web/index.php

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