52 HORAS, UNA LLAMADA Y EL TIRAMISÚ

Y llegó el viernes.

Tras una semana tensa en la que he descubierto que las medidas para crear empleo que se han implantado en este país, han sido utilizadas en mi empresa (y no sé porque me da que no es la única) para aumentar con mayor facilidad -¿será sinónimo de impunidad?- las frías cifras del paro; nos tocaba salida de fin de semana con Bidesari. Balmaseda. Casa de La Garbea. 5 chicos y 7 voluntarios. Y muchas, muchas ganas.

Ya son las 5 de la tarde, después de comer y antes de hacer la mochila, suelo echarme un rato; hay que coger fuerzas para poder acompañar de la mejor manera posible a los chicos. Suena el teléfono. Es Miguel. Suele ir solo a Nanclares a recoger a los chicos; esta vez me toca acompañarle. Mezcla de ilusión y responsabilidad.

A todo correr hago la mochila, y casi sin darme cuenta estoy de nuevo en Bilbao subiéndome a nuestra imprescindible furgo amarilla, camino de Nanclares. Vamos charlando; me siento como en casa.

Una vez en la sala de espera del nuevo y despampanante centro penitenciario, nos toca esperar un buen rato; da vértigo pensar que es el hombre el que ha decidido construir estos muros aun mas altos, y las ventanillas por las que puedes hablar con el funcionario de la puerta aun mas pequeñas.

Consiguen salir los 5! Empezamos bien. Hasta que no entré en Bidesari no entendía en toda su magnitud lo que significaba la imprevisibilidad de última hora.

Creo que ese momento de verles salir no se me borrará en mucho tiempo. Espero que nunca. El mayor de ellos llevaba casi 4 años sin pisar la calle. Los olores, los ojos achinados al mirar al horizonte, los coches, el perro,…sí, definitivamente me reafirmaba en mi idea de que otro derecho, más humano al menos, es posible.

El fin de semana es una experiencia muy completa, potente. Y éste no iba a ser menos. Nuevos chicos, nuevos voluntarios, pero el mismo espíritu. Intentando utilizar todos los momentos para que tengan un componente educativo. Acompañamos a los chicos en su proceso de cambio (porque es solo suyo) a un mundo en el que la droga pasa a ser de verdad una experiencia del pasado, y la actitud positiva y la fuerza de su gente, dos herramientas que no tengan precio en su futuro.

Podríamos hacer varios posts sobre las actividades que hicimos, las conversaciones durante los paseos, la elaboración de los menús, la velada, los ronquidos,…pero eso queda en el fin de semana y en un rincón de cada uno de nosotros.

El domingo, después de evaluar con ellos y despedirnos de los chicos subidos de nuevo en la furgo, nos toca evaluar a nosotros. Hasta llegar a casa a las 9 de la noche han sido 52 horas de una intensidad alta. Y se me han pasado de rápido como un día de 8 horas de mi jornada laboral.

3 años después de entrar en este proyecto sigo con el mismo gusanillo, y eso me hace sentir vivo. Y veo vivo al proyecto, y eso me hace sentir orgulloso.

Siendo un poco vanidoso, creo que mi entorno también se enriquece con mi experiencia, les traslado una realidad desconocida hasta el momento para ellos, y tengo la suerte de que entienden mi necesidad de aportar mi grano de arena a la creación de una sociedad mas humana. Tengo mucha suerte con ellos. Y que leches! Les voy a hacer un tiramisú casero que nos enseñó Amaia durante la salida que van a flipar…

 

Miguel Hidalgo

Voluntario del proyecto de Fines de Semana

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