EL CALOR DEL INVIERNO

 

Hace unos meses visitando un blog de la cárcel de Lama, estuve viendo que habían tenido la idea de hacer castañas en la prisión. Y es que en Galicia el magosto o castañada es una fiesta tradicional que se celebra en noviembre, y aprovecharon esa época para dicha actividad en la prisión.

El caso es que nosotros ni somos gallegos, ni existe una festividad alrededor de la castaña y para ser sinceros no se me había pasado por la imaginación hacer castañas en invierno en la prisión de  Basauri.

Pero a veces el trastear en las webs y ver lo que hacen otras instituciones y entidades a menudo me sirve para ver en que andan otras asociaciones y entidades. Es así como puedo coger ideas o a veces simplemente replicarla. Soy educador y antes que inventar la pólvora, pienso que es bueno mirar a los lados y ver que hacen otras asociaciones que trabajan como nosotros.

Luego uno con sus medios se tiene que buscar la vida y darle su sentido, pero creo necesario el intentar realizar nuevas actividades. A mí me renueva como educador y siempre estoy pensando en otra cosa diferente para romper con esa rutina y monotonía de la prisión, que es bastante aplastante y puede con las personas que allí viven.  Cuando surgen ocasiones como éstas no hay que tener miedo a errar y equivocarse, porque salir de la burbuja de seguridad es necesario. Es cierto que hacemos bastantes actividades y yo creo que son buenas y de calidad, aun así es necesario innovar.

El ensayo y error es aprendizaje y nos permite que nosotros como trabajadores no nos acomodemos y que sigamos estimulando nuestra creatividad. Es una actitud que a veces les pedimos a las personas presas con las que trabajamos. Que sean capaces de probar, de dar ese paso y luego uno con la experiencia vivida que evalúe. A veces cometemos el error de evaluar antes.

Pero bueno vamos al grano….o en este caso a la castaña.

Fue una actividad sencilla que desarrollamos en el Modulo de Respeto. Jorge (El responsable de la Pastoral Penitenciaria de Bilbao) y yo entramos un poco antes, porque sabíamos que nos costaría un rato hacer el fuego con el carbón y no nos equivocamos. No somos muy duchos en este arte, pero contábamos con la ayuda de una persona que se encuentra en tercer grado. Al final, tras algunas intentonas fallidas, conseguimos poco a poco que el carbón comenzara a calentar con fuerza.

Además la tarde nos  acompañaba, no llovia,  hacia un poco de fresco y el  cielo totalmente despejado. Poco a poco las castañas se fueron haciendo e iban desprendiendo ese olor tan característico. Un olor que algunas personas presas que aún estaban en la celda ya podían oler. Algunas personas se acercaban y me decía que agradecían ese olor, un olor diferente del de todos los días. Un olor que viene de fuera, donde muchos de ellos sueñan con dejar al lado ese pasado que les trajo a la prisión y poder cambiar de rumbo su vida.

La mayoría estábamos alrededor de la parrilla y con ese calor que desprendía la parrilla nos fuimos comiendo todas las castañas. Algunas no estaban bien (y es que nos hemos enterado que este año no ha sido un buen año para la castaña, al llover poco parece que no se han desarrollado bien),  si salía una mala pues hincábamos el diente a la siguiente. No obstante el año que viene repetiremos y mejoraremos todo el proceso….

A las personas del Módulo se les veía contentos haciendo algo diferente y simplemente “estábamos”. Conversando y haciendo algo distinto a lo de todas las tardes: comiendo simplemente unas castañas. A veces las cosas más sencillas son las que nos permiten percatarnos de que es en las cosas más pequeñas donde pasa la vida. “Desde la ingenua sencillez llegamos a una sencillez profunda.” Longfellow

Miguel Yuste.

 Educador Social en Intervención Penitenciaria de la Asociación Bidesari.

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