La asociación Bidesari pide más recursos para garantizar la reinserción social de las personas privadas de libertad

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  “Frente a la vigilancia y control en las prisiones hay una escasez de recursos para  garantizar la reinserción social”

La asociación Bidesari nació en 1994 como respuesta a la necesidad detectada por los miembros dela Pastoral Penitenciariade Bizkaia de desarrollar una labor de intervención con las personas privadas de libertad. Se pusieron manos a la obra y llenaron las lagunas existentes para impulsar procesos de recuperación personal e integración de los reclusos, desde el interior de la prisión hasta su reinserción social. Así, a lo largo de estas casi dos décadas de trabajo, esta entidad ha llevado a cabo una serie de proyectos que en la actualidad conforman un programa de intervención global en el que participan un equipo de 17 profesionales y aproximadamente medio centenar de personas voluntarias y colaboradores.

 

¿Cuál es el cometido de Bidesari?

Nuestra asociación trata de dar respuesta a la situación de exclusión que atraviesan las personas privadas de libertad. La intervención la iniciamos en el interior de los Centros Penitenciarios y la continuamos en el exterior, acompañando a la persona en las distintas fases de su proceso para hacer posible que alcance las mayores cotas de autonomía personal e integración comunitaria posibles. Con este objetivo, diseñamos y desarrollamos itinerarios individualizados en los que trabajamos en coordinación con el resto de agentes y entidades intervinientes tanto en el medio penitenciario como en el tejido comunitario normalizado.

 

¿Cómo se desarrolla esta actividad?

Durante todo el año, la temporalidad de la atención en cada proyecto o recurso, depende del proceso de cada persona y de sus circunstancias. En Bidesari dedicamos especial atención a las personas privadas de libertad drogodependientes e inmigrantes, en la medida en que en la actualidad configuran los colectivos más numerosos de los que constituyen la población penitenciaria y los que presentan mayores carencias a todos los niveles. También tenemos previsto centrar parte de nuestra intervención con el colectivo de mujeres presas, por su especial situación de vulnerabilidad.

 

¿Faltaba este tipo de apoyo?

Los principales recursos dispuestos porla Secretariade Instituciones Penitenciarias están destinados a las facetas de vigilancia y al control de las personas presas. Frente a ello existe una evidente desproporción y una gran escasez de medios y acciones para la reinserción de las personas privadas de libertad. El sistema penitenciario no consigue que el cumplimiento de las penas se oriente a la reeducación  e integración social, como ordena la legislación vigente.

 

No es un panorama muy halagüeño….

Por nuestra experiencia, no se incide en la superación de las causas del delito, en el tratamiento de las mismas. No existe la posibilidad de hacer una intervención individualizada. Todo el acento está en la vertiente represiva de la pena. La prisión acentúa la situación de exclusión de las personas condenadas. A ello ha de añadirse la situación de olvido y desatención en la que viven las víctimas de los delitos.

Retos de futuro

¿Cómo ha cambiado en los últimos años la vida de los reclusos en los centros penitenciarios?

Lo cierto es que lo más significativo ha sido el crecimiento exponencial de la población penitenciaria, que ha generado mayor saturación de los Centros Penitenciarios. Una situación que ha empeorado las condiciones de vida de las personas privadas de libertad y acentuado la despersonalización del sistema así como dificultado el cumplimiento de las condenas en lugares próximos a sus lugares de origen. Todo lo cual compromete seriamente las posibilidades de futura incorporación social.

 

Ante esta perspectiva, ¿se ven avances en el horizonte?

Instituciones Penitenciarias es una maquina muy grande que se mueve muy despacio. Se habla de una voluntad por potenciar el régimen abierto, sin embargo, su implantación práctica aún es muy escasa (sólo en torno al 17 % de los penados cumplen condena en tercer grado). Por otra parte, el impulso de los llamados módulos de respeto para tratar de humanizar las prisiones, aún están en periodo experimental y se desconoce la repercusión práctica que finalmente puedan tener.

Sí es cierto que las entidades sociales que trabajan a favor de la incorporación social de personas privadas de libertad han intensificado sus intervenciones con este colectivo y han mejorado la calidad de las mismas, tratando de atender mejor a las necesidades existentes.

 

¿Cómo podría mejorar esta situación?

Creemos que hay que flexibilizar el sistema, posibilitar el cumplimiento de las penas en régimen abierto y en aplicación de medidas alternativas que favorezcan el acceso a procesos de incorporación social que recuperen a la persona para la comunidad y faciliten la reparación a las víctimas. El avance en la implantación de una justicia restaurativa es, sin duda, un reto de futuro.

También resulta importante que las entidades que intervenimos en este medio seamos capaces de adaptarnos a las necesidades cambiantes de las personas privadas de libertad, que sigamos avanzando en la calidad de las intervenciones y posibilitemos que la sociedad conozca la verdadera realidad de nuestro sistema penal y de las personas presas.

http://www.caritasbi.org/caritas-irekita6.pdf

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