La publicación de la guía educativa ‘Previniendo actitudes de discriminación hacia niños y niñas que han sido adoptados/as’ es una buena noticia para todas las familias que apuestan por una educación en valores, que ayude a los adolescentes a comprender mejor a los diferentes, a todos esos chicos y chicas procedentes de otros países con los que nos cruzamos cada día.
Casualmente, ayer mismo, el colegio de mis hijos invitó a un chico de Marruecos y a otro de Guinea Ecuatorial a contar ante la clase cómo un buen día tomaron la decisión de dejar sus países para buscar una nueva vida. Al margen de todas las vicisitudes que esos chavales les contaron, y que fácilmente podía haber convertido la charla en un simple relato de aventuras, la clase terminó con una reflexión importante: el confort de sus vidas es una realidad y no un sueño por haber nacido ‘aquí’ y no ‘allí’. ”
¿Y si hubiera nacido en África, amatxu? ¿También me hubiera subido a un camión? ¿también hubiera llegado a Bilbao buscando otra vida?… Esas preguntas que mi hijo me hizo ayer durante la cena, mientras me contaba su jornada en el cole, me alegraron el día. Creo que es el mejor de los principios.
